Arte y anticipación

Hoy para entender hacia dónde vamos no hace falta fijarse en la política, sino en el arte. Siempre ha sido el arte el que, con gran anticipación y claridad, ha indicado qué rumbo estaba tomando el mundo y las grandes trasformaciones que se preparaban. Es más útil entrar en un museo que hablar con cien políticos profesionales. (Ryszard Kapuscinski; Los cínicos no sirven para este oficio, Anagrama, pag 13)

Lectura y ocio pasivo

En una noticia que recoge hoy el periódico se realizan dos afirmaciones interesantes:

1. Que la lectura es una modalidad de ocio pasivo, vamos igual que el ajedrez que tampoco se quería considerar por estos lares como deporte ya que no suponía ’desgaste’.
2. Que mientras aquí parece que cada vez nos gusta más trabajar, las sociedades nórdicas van dedicando más tiempo al ocio.

Señal clara del mundo al revés y de que nuestra deseada convergencia con Europa no parece ir por el camino más adecuado.

Ferias y especialización

Cada vez son más claros los movimientos de respuesta a través de la especialización a la sobreproducción editorial. Hace ya muchos años que algunas librerías que realizaron un análisis de la realidad del sector fueron apostando por la especialización.

Esta estrategia, por lo que leemos, parece haberse extendido también a algunas Ferias del Libro. Así, hemos leído recientemente que la Feria del Libro de Zaragoza se especializa con la novela de Semana Histórica.

Sólo hay algo que, en principio, nos chirría en ese planteamiento que es el hecho de parecer unirlo para su éxito a los ’superventas’. En la medida que las Ferias del Libro fueran unidas fundamentalmente a las librerías y se consiguiera una coordinación entre las mismas, se podría acabar consiguiendo un maravilloso escaparate de ciudades, especialidades, librerías y autores que abarcaran realmente el abanico de la producción editorial que realmente merece la pena.

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¿Matan las Ferias del Libro a las librerías?

Lectura y ligue, todo con ‘l’

La Voz de Galicia publicaba hace poco una noticia en la que se afirmaba que la editorial inglesa Penguin lanzaba una campaña en la que se esgrime como argumento que leyendo se liga más.

Unir literatura o buscar que los lectores masculinos unan literatura a ’atractivo físico’ es una buena forma de reconocer que la literatura erótica no parece funcionar adecuadamente entre los hombres y en convertir la experiencia en un modelo de ’pago’ donde ya el placer o sentido no se encuentra en la propia lectura, sino en algo que no tiene ninguna relación directa con ella.

Uno duda de que ésta sea una buena forma de aumentar la cuota de lectores. Pude ser un mejor método para entablar relaciones. Si gracias al libro uno encuentra una relación interesante, seguro que dejará de leer.

Librero. La frase. ‘Luther Blisset’

– Yo me dedico a mi oficio, ¿comprendéis? Soy librero, voy de aquí para allá, veo a un montón de gente, vendo los libros, descubro talentos ocultos bajo montañas de papel……Yo propago ideas. El mío es el oficio más arriesgado del mundo, ¿entendido?, soy responsable de la difusión del pensamiento, incluso del más incómodo. –Señala en dirección a la casa de Oporinus-. Ellos escriben e imprimen, yo difundo. Ellos se creen que un libro vale por sí mismo, creen en la belleza de las ideas en cuanto tales….Una idea es válida en tanto que se difunde en el lugar y en el momento adecuados, amigo mío. (Luther Blisset, Q, Debolsillo, pag. 496-497)

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El librero y su labor crítica

Lecturas de piscina

La feria del Libro de Bilbao no es, ni mucho menos, la de Madrid, pero sí que en ella se dan a veces esos diálogos y comentarios interesantes por parte de los lectores que se acercan a la Feria.

Había quedado a tomar un café con Kepa Murua, editor de Bassarai y pude disfrutar, después, de un ’tiempo de caseta’. Al rato se acercó una lectora que mostró interés por una de las últimas novedades publicadas por la editorial «Los secretos del Mar Rojo» . Kepa le comenta en tono amable que es una estupenda novela de un gran viajero francés, «estupenda como libro de verano». Este último comentario resultó peligroso para el cierre de la venta. La lectora se sintió desconcertada. Y afirmó: «Yo no tengo nada que ver con los lectores de piscina».

Descubrimos con ello una nueva clasificación de lectores: Lectores de psicina, lectores de no-piscina, que, en el fondo del comentario de la lectora, reflejaba la también difícil clasificación entre lectores y también libros de diario y no de momentos, continuos y no puntuales, multiespacio y multitiempo, frente al puntual ocio veraniego, de culto y de interés, frente a algunos débiles best-sellers, lectores y libros fuertes frente a lectores y libros débiles.

Si realmente se considera un editor de culto, tenga cuidado con los comentarios que hace en relación a su propio fondo bibliográfico.

¿Matan las Ferias del Libro a las librerías?

La web de los libreros recoge una curiosa noticia de un periódico chileno que, por lo menos, en algunas ideas de fondo debería ser tenida en cuenta: Cuando las lógicas de funcionamiento de dos acciones centradas en el libro son excesivamente distantes, una puede arrastrar a la otra hacia su desaparición. Veamos algunos elementos que directa o indirectamente se señalan.

1. La necesidad de una política global de actuación. Una Política cultural y/o del libro, que, en este caso, debería definir y delimitar quién es el mediador o los mediadores fundamentales ante el lector.
2. Si se confirma que las pequeñas librerías son la base del sistema. ¿Tienen sentido las Ferias sin la presencia de ellas?
3. El libro, como soporte, en un producto de lenta penetración que requiere en muchos casos su tiempo, compruébse que lentamente cambian los hábitos lectores. ¿Es bueno, en este sentido y desde planteamientos culturales el realizar una oferta puntual y desmedida que, quizás, pueda tener como primera consecuencia el empacho que acaba produciendo rechazo?
4. Cuando los comparativos se empiezan a establecer ya en muchos medios entre las fiestas (Día del Libro de Barcelona y Feria del Libro de Madrid)y no entre los funcionamientos continuos y anuales más nos acercamos al libro espectáculo.

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Firmas en la Feria del Libro

¿Una Feria demasiado grande?

Cada año, cuando por estas fechas me acerco hacia la Feria del Libro de Madrid, me asaltan las dudas y el temor de si seré capaz de digerirla adecuadamente.

Su tamaño, demasiado grande para mi gusto, y no siempre más es mejor, su distribución, que la convierte en una especie de serpiente multicolor, y sus participantes, no todos por supuesto, hacen que, en la mayoría de las ocasiones, la visite a paso ligero para terminar cuanto antes ese paseo sin principio ni fin.

Parece que la opinión de la mayoría de la gente es que la Feria se va racionalizando. Pienso que, a veces, las inmensidades, como las grandes potencias, no se dejan racionalizar, sino que consiguen convertir la invasión en un fenómeno natural. Hay, también por ello, personas que, aún manteniendo el sentido de la misma plantean alguno elementos y reflexiones que considero de interés para el futuro.

1. Acercar los núcleos temáticos y lo comercial. Por ejemplo. No tiene sentido que el pabellón y las librerías de infantil se encuentren, prácticamente, en las dos esquinas de la Feria.

2. Ahondar en la idea de los espacios dentro de la Feria. La serpiente multicolor hace difícil situarse en la ’sección de Ciencias Sociales’ o, por ejemplo en la de ’Poesía’. Y hay gente, al igual que en las librerías, que es lo único que desea ver, sin tener que cruzarse por medio con la interesante oferta de libros para gatos, por poner un ejemplo, sin sacar las uñas.

3. Una distinta presencia expositora de los grandes grupos editoriales, dejando el apartado comercial para los libreros. Con ello quizás, y sigamos con los ejemplos, el Barco de Vapor no se llegará a convertir en trasatlántico de tanto verlo y verlo de caseta en caseta.

4. Se suele decir que es la ciudad quien está de Feria. Todavía esto se siente poco en el vivir habitual de Madrid y, quitando algún concierto despistado, hay poca actividad fuera del ’Recinto Ferial’.

5. Deberá aumentar realmente la Bibliodiversidad para con convertirla en una palabra vacía de contenido. Fuera de algunos pequeños y medianos editores de Madrid la presencia de editoriales con catálogo y de no gran tamaño del resto del estado es, prácticamente, simbólica.

Aún sin ello y con todo lo demás, la experiencia como fenómeno sociológico sigue mereciendo la pena. Fíjense que hasta compré dos libros. Uno «Femenino y masculino. Una nueva conciencia para el encuentro de las diferencias» de Leonardo Boff y Rose Muraro, editado por Trotta y, el otro, «Las manos en alto» de Kepa Murua editado por Calambur.