Bibliotecas escolares. El dinero que parece sobrar en Euskadi

¡Para chulos nosotros!.

Leo ayer, y todavía no me lo creo, que el Gobierno Vasco parece, lo digo por la presunción de inocencia, que no ha aceptado los dineros del Estado «central», concretado en el Ministerio de Educación, para dotación de Bibliotecas Escolares.

Reivindicando nuestro (triste) hecho diferenciador, en este caso, nos hemos convertido en la única Comunidad, País, Nación, como más les agrade, en no aceptar, aparentemente, estos dineros. No sé qué relación tendrá después con los descuentos del Cupo y estas cosas o cómo se reflejará en la correspondiente partida presupuestaria.

El argumento dado es la buena dotación de las mismas, de las bibliotecas, digo. ¿De cuáles?. ¿De las vascas?. ¡Es de risa!.

Sólo conozco hasta la fecha un estudio realizado que permita la comparación de dotaciones entre las distintas comunidades, naciones países del Estado Español o de España, léanlo a su gusto, el realizado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

Del mismo se puede concluir que:

– Cuando se realizó el estudio, las únicas Comunidades Autónomas que tenían estudios propios eran Castilla-La Mancha, Navarra y Cataluña. Euskadi no parece tenerlo. Buena fuente de comparación.

– Todos los estudios indican la lejanía de la realidad, en relación a lo que los expertos sugieren. En Euskadi parece que no.

– Las asignaciones presupuestarias parecían insuficientes, de ahí el sentido de la medida. En Euskadi todo nos parece poco.

– En Euskadi parecen no existir, prácticamente, Bibliotecas de aula. Todo son bibliotecas centrales. Casi parece un agravio a la foralidad y especificidad de cada territorio-aula.

– Un estudio, al que nos referíamos aquí hace pocas fechas parece demostrar que las Bibliotecas escolares «funcionan«. Quizás akí funcionen de otra manera.

Sigo sin salir de mi, triste, asombro. Cualquier padre, me incluyo, con hijo en edad escolar es consciente de la inversión que tiene que hacer por la no existencia adecuada de fondos bibliotecarios, en mi caso en los centros públicos de línea D. Quizás sea el modelo que menos agrade al Ejecutivo de akí.

Cualquier padre que haya tenido participación activa en el Centro, bien en el Consejo Escolar o en el Ampa, se habrá encontrado, si el claustro era mínimamente activo, bien creando bibliotecas temporales de aula, con libros aportados por los propios alumnos, excelente iniciativa por cierto, bien negociando posibles aportaciones del Ampa para fondos bibliotecarios del centro.

Puede que esto en las ikastolas no pase y en los centros concertados tampoco.

No tendrían que ser los editores y los libreros los que se enfadasen, sino los padres al conocer que se les niega un recurso que la práctica demuestra escaso.

En fin, lamentable y penoso.

El señor Campos sigue sin enterarse. No parece llevarse bien con los libros. Ni con los de texto, ni con los de fondo.

¡Si todavía los ratios de las Públicas fueran de los mejores del estado!; pero ni por esas.

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