Vendrán ahora, pasado ya el domingo, los balances rápidos, las cifras, espectaculares en muchos casos, y la vuelta a la cotidianidad.
El Día del Libro en cuanto a contacto con el lector, en cuanto a encuentro entre autores y lectores, entre libros y lectores tiene en el librero y en ese día una figura clave si se sigue aceptando ese papel de mediador.
Recojo tres reflexiones que, alreredor de los libreros he vistos en estos días y que merecen la pena.
Vía Una temporada en el infierno llego a «La carta abierta a los lectores que todavía aspiran a la libertad» de algunos libreros franceses en la que se afirma entre otras cosas que: La métamorphose du paysage éditorial est inquiétante pour tous les acteurs du livre, jusqu’aux lecteurs eux-mêmes. Nous devons par conséquent tous nous battre pour créer un contre-courant et rétablir un équilibre des forces engagées dans le paysage culturel. Notre résistance à l’uniformisation du goût, à la peoplelisation des auteurs, à la mise en avant trompeuse de livres mineurs, à cette arithmétique réductrice et binaire qui veut que plus un livre se vend, meilleur il est, notre résistance donc est nécessaire dans ce climat culturel à la fois anémié et normatif qui finit par entamer l’indépendance des acteurs du livre et leurs forces vives de création.
Oriol Pi en La Vanguardia y utilizando la librería Sauramps de Montpellier como elemento ejemplificante reivindica el Día del Libro como el Día del Librero y las Librerías. No se queda atrás Francesc Marc cuando afirma que «en todo librero hay alguien dispuesto a invitarnos a descubrir los reflejos más luminosos de la libertad».
Para empezar la semana con un buen sabor de boca