Contactos no digitales, sino reales como la vida misma y espacios de mediación

Los taxis, a veces, son buenos espacios de aprendizaje y comunicación.

Ayer, en Barcelona, cuando todo el mundo estaba interesado por el Barça-Milán, un taxista estaba más dispuesto a saber y tener datos sobre la exposición de arte ruso en el Gughem que sobre lo que pasara en el partido.

Hoy al ir a una comida compartíamos, también en un taxi, la importancia de los espacios de intermediación y la necesidad, todavía y ojalá siempre, de «vernos» y «tocarnos» no con el dedo digital, sino con la «mano» artesana entera.

Los restaurantes y la mesa son siempre un buen espacio.

Ayer compartía con una persona del sector nuestra exclusividad masculina en un espacio donde el resto eran mujeres. Los démás hombres debían estar en el fútbol o ejerciendo tareas domésticas.

El espacio, agradable, Ty-Bihan  «L’espai de la Bretanya»  nos permitió un agradable cena en un lugar en el que aparte, los miércoles hay conciertos y los martes una mesa en la que se cena en francés.

Hoy en dulce compañía que no nos abandona ni de noche ni de día, Neus Arqués autora de «Un hombre de pago«, nos ha invitado, un servidor y tres personas más, a comer en la sede de una antigua editorial, la editorial Miquel. Otro agradable espacio, con sabor más antiguo no por los libros, sino por el toque, la decoración, el mobiliario: Semproniana (Rosselló 148). Deliciosa comida y mejor tertulia y compañía.

Ambos sitios para repetir y la compañía de los dos sitios siempre presente.

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