Autor: Varios
Título: Conversaciones con editores en primera persona .
Páginas: 271
Año Edición: 2006
Editorial: Fundación Germán Sánchez Ruipérez
ISBN: 84-89384-65-7
Comentario
Quizás sea una lástima el tiempo transcurrido entre la celebración de las conversaciones-encuentro y el se su publicación, seis años. Quizás, tenga la ventaja de permitir poner algo de perspectiva y ver que, en el fondo, nada ha cambiado tan sustancialmente en estos últimos años.
El libro recoge las conversaciones mantenidas con algunos de los editores y editoras, más los primeros que las segundas, más sobresalientes del país y que disponen ya de una dilatada trayectoria. Igualmente, se intenta mantener un cierto equilibro entre lo que podríamos denominar grandes grupos (Josep Lluis Monreal de Océano; Franciso Pérez González de Santillana; Juan Salvat, de Salvat y José Manuel Lara Bosch de Planeta, Germán Sánchez Ruipérez de Anaya) frente a los más pequeños y de carácter más literario (Amparo Soler de Castalia, ya fallecida, Beatriz de Moura de Tusquets y Jorge herralde de Anagrama).
Llama también la atención cómo se pasan por alto algunos fenómenos que hubieran sido de interés como, por ejemplo, el corto «idilio» de Tusquets con un gran grupo.
Algunas frases
-Ser editor es algo más, mucho más que controlar un balance o poner en marcha una inversión orientada al beneficio. Ser editor es, antes de nada, ocupar el espacio privilegiado que media entre el autor y el lector, siendo interlocutor de ambos y aportando todo nuestro conocimiento y nuestra ilusión a la confección de ese instrumento mágico que es el libro. Porque, como decía Alberto Moravia: “Un libro no es un libro sino el hombre que habita dentro de él” (Germán Sánchez Ruipérez)
– La función de un editor es poner en contacto gente que tiene algo que decir con gente que quiere escuchar; es facilitar contenidos culturales, educacionales e informativos a quien le interesa; y nuestra obligación es hacer los contenidos lo más dignos que sepamos hacerlos y facilitar los canales para que llegue a cuanta más gente mejor, con la mejor calidad y el mejor precio. Y si ese soporte es de papel, la venta directa con vendedores, el CD-ROM, ofrecer libros virtuales vía Internet, o hacer librerías virtuales para libros reales o canales temáticos de televisión que en el fondo sean enciclopedias permanentes, no dejamos de ser editores y no dejamos de hacer libros…Yo quiero morir siendo editor de libros, pero quiero morir siendo editor de libros de la época que me toque morir, no del día que nací. (José Manuel Lara Bosch)
– Más que el tamaño de una editorial lo que importa es el espíritu que la gobierna. Y, en esa palabra, “espíritu”, incluyo no sólo la ambición íntima, la meta final, que anima a quien crea la editorial, sino la intención profunda, verdadera de quien pone el capital. Cuando el que crea la línea editorial y el que pone el capital es la misma persona, o el mismo grupo de personas con una idea común de lo que quieren obtener, el asunto es muy claro: esa persona, o grupo de personas, es libre de hacer lo que le da la gana con su capital, puede correr libremente los riesgos económicos que le convengan y gestionarlos como bien entienda. Ahora bien, la cosa se complica cuando el posible creador de una línea editorial, el editor, trabaja con capital ajeno. (Beatriz de Moura)
– No se puede ser editor si no se ve todo el mercado como un área lingüística. (Josep Lluis Monreal)
– Creo yo, que los libreros-libreros, los libreros de cabecera, persistan, porque sin ellos no persisitirían las editoriales literarias ni los buenos autores literarios –los autores minoritarios lo tendrían mucho peor. (Jorge Herralde)