Cerrado por vacaciones

El Ibarretxe, ahora que a él le apetece y le viene bien, dice que nos da permiso para decidir sobre nuestro futuro.

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Nosotros sin esperar a su consulta ya hemos decidido que nos vamos de vacaciones y que le aguante mientras tanto su tía.

En los próximos días si nos caemos por aquí sólo será para contar placeres y disfrutes. Ya nos ha recomendado quien nos ha hecho llegar unas cuantas jugosas y visuales sugerencias que ‘no hay nada peor que ir acelerado por los compromisos en vacaciones’.

Nos vemos a la vuelta, o no. ¡quién sabe lo que decidiremos sin tener que estar pendientes de Juan José!

Tercer verano Tökland de fotografía y lectura

3 verano Tökland de Fotografía y Lectura

Por tercer año consecutivo, ponemos en marcha el Verano Tökland de Fotografía y Lectura. El año pasado, por estas fechas también, se ponía en marcha el 2do. Verano Tökland de Fotografía y Lectura

2 Verano

Y aquella entrada se refería a la edición anterior, la del 2006

I verano

…¡Todo un hito ya! ¡Reconozcámoslo! ¡Un clásico del verano! Se han acabado las clases. El mundo laboral empieza a relajar un poco los ritmos del año. El calor y los sueños estivales se imponen. Estamos en verano. Una época para entregarse a ese-qué-sé-yo que tiene la lectura… Es por eso que tras la experiencia del año pasado volvemos a la carga abriendo la revista a lucir esos momentos de lectura & veraniego set up.

¿Estás como un lagarto leyendo en la playa? ¡Mándanos una fotografía!
¿Te acabas de encontrar una perla visual y quieres compartirla? Este es el lugar…
¿Te vas de viaje? Viajamos contigo.

En cuanto al premio, como ya nos hemos cachondeado suficiente y ya somos famosos, podemos decir sin ruborizarnos que no hay premio, que nunca lo hubo más allá del goce de participar de esta visualización estival, así aceptamos esta primera referencia visual que nos llega “de ya saben ustedes quién” para recordarnos que ya toca poner en marcha el tercer verano. Abraaaaan juego!!!

> Actualización: Nos indican en control que el 3er. Verano de Fotografía y Lectura empezó sin quererlo en el blog de Millán

Kikara en buena compañía

El espacio no es lo de menos, pero la compañía era lo de más. No había estado nunca en Kikara. Me ha agradado. Más estando en buenas manos aunque hoy iba de ‘menú rápido’.

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Ayer fue su cumpleaños aunque me entero hoy. Me invita a comer. Me llaman, primero a ella, durante la comida. Le digo a «M» que estoy disfrutando de una agradable, interesante e inteligente compañía.

Nos da tiempo para un paseo, ya con sol en el parque, para hablar sobre expectativas y también sobre las predicciones que queremos se autocumplan   y al llegar a casa pienso lo que puede dar de sí y esperemos que siga dando un simple correo o un comentario en un blog porque casi esto fue el inicio de una buena amistad.

Ampliando el ámbito de libertades

No se asusten. No estamos hablando de política, aunque indirectamente, sí, sino de libros.

Cuando leo titulares de este pelo me pongo a temblar: «Cualquier libro que se publique amplía el ámbito de la libertad«. Cuando se cruzan, al fin y al cabo, productos, aunque sean culturales de consumo, con valores, esperemos que la libertad lo sea me suena a gato encerrado. Se redondea esta afirmación diciendo que se ‘edita lo que el mercardo exige’, aunque a algunos les parece que esto es genera una hiperinflación sin decir ni «mú» del porcentaje de devolución que llevara aparejada en muchas ocasiones la destrucción que quizás como los excedentes alimentarios también el mercado exija.

Cuando parece que para ampliar el ámbito de la libertad todo es igual, todo vale, el cuaderno de sudokus, la folclórica en zapatillas,  o «La extraña» de Marai por poner un ejemplo de tres libros no tengo claro que todo tenga el mismo peso. Cuando al mismo tiempo los soportes digitales sólo parecen ser vistos desde sus consecuencias económicas nos situamos claramente lejos de la lectura como nuevo paradigma y más cerca de la visión de ‘mucho para vender sea lo que sea aunque no se lea’.

Siempre queda la esperanza de pensar que el periodista no haya acabado de entender bien lo que se quería decir, pero…..

De la adaptación tecnológica del sector ya hice ayer una breve pincelada así que no voy a insistir.

Me quedo con algunas otras visiones para reflexionar sobre este tema de la libertad que me deja preocupado.

·         En un tiempo en el que todavía eran frecuentes las utopías, Ortega y Gasset imaginó una absolutamente irrealizable: “dificultar la emisión de libros inútiles o necios y fomentar la de determinadas obras cuya ausencia daña”. (Juan Domingo Argüelles; Ustedes que leen; pag. 180)

·         Puesto que la mortífera proliferación del papel impreso amenaza con despojar de sentido y finalidad a la función del editor, considero que lo único que puyede restablecer esta función es algo que, yendo contra la moda, no dudo en llamar “moralidad”: existen libros necesarios, existen publicaciones necesarias. (Carlo Feltrinelli; Senior Service; Tusquets; pag. 262)

·         No se trataba de literatura de pacotilla, sino de otra cosa; la literatura de pacotilla siempre había existido, pero asumía su condición con sinceridad y no pretendía velar el verdadero rostro de la literatura. Sin embargo, esa paraliteratura que emergía como una inundación espiritual lo cubría todo, incluso las secciones de crítica de los periódicos y revistas. (Sándor Márai; ¡Tierra, tierra!; pag. 289-290)

·         -¿Qué constituye una dificultad para una persona que hoy en día desee saber del mundo, conocerlo y comprenderlo a través de la lectura?  – El exceso. Un océano de libros, revistas, cintas, páginas web, y todo, todo lleno de teorías, nombres, datos…El exceso” (Kapuscinski; en Jorge Herralde; El observatorio Editorial; Adriana Hidalgo; pag. 132)

¿Leemos lo que queremos?

La tiranía del exceso y la concentración

Pensemos por un momento que somos parte de ese 50% de la población que dice leer con cierta asiduidad, aunque ésta, en algunas ocasiones, sea sólo la de un ratito al trimestre.

Démonos una vuelta por cualquier librería y observemos, en la mayoría de los casos, qué es lo que atrae nuestra mirada, qué es lo que podemos ver, cuántos títulos de esos casi 346.000 como mínimo que se declaran “vivos en catálogo” podemos encontrar habitualmente expuestos.

Nuestra elección, aunque no seamos conscientes de ello, viene claramente mediatizada por lo aparente, lo que se nos muestra, que en muchas ocasiones oculta o dificulta la visibilidad de otras obras y títulos tal vez de no menor interés.

En un reciente artículo, el escritor Fernando Aramburu afirmaba que “poco puede en apariencia hacer un escritor, con el solo ejercicio de la palabra escrita, para introducir cambios y mejoras en la realidad; pero en su mano está, no obstante, analizarla y reproducirla en sus libros, dejando de ella su testimonio particular”. Ése es el primer paso de todo un proceso, pero ¿llegará esa palabra escrita y reproducida en libros al lector, o quedará tapada por otras palabras con más influencia?, ¿llegan todas las palabras y voces en igualdad de condiciones?, ¿es posible o sería deseable que todas tuvieran la misma posibilidad de estar al alcance del lector para que sea él quien decide cuál escoge y selecciona? Parece que esto sería lo deseable.

¿Se ha parado usted a pensar alguna vez cuál es el recorrido de un libro hasta situarse ante de sus ojos? Los libros no “nacen” ni “florecen” por generación espontánea en las librerías, como si de un bosque autóctono y salvaje se tratara. Hay manos y cabezas, editores, distribuidores, comerciales, libreros… que se ocupan y preocupan, y no de manera ingenua —el dinero y el poder siempre juegan— de realizar un proceso de selección que, obviamente bajo criterios siempre arriesgados, ponga a disposición del lector una oferta avalada por la profesionalidad de quienes, de una u otra forma, intervienen en ese proceso de selección, pero también hay profesionales que —de manera igualmente carente de ingenuidad— ponen en juego estrategias tendentes al ocultamiento y desbordamiento de libros, de forma que, al final, la selección última por parte del lector se ve extraordinariamente dificultada y, por tanto, expuesta a maniobras publicitarias y comunicativas sólo al alcance de los económicamente más poderosos.

El Plan Vasco de la Cultura señala, en relación al asunto que nos traemos entre manos, algunas acertadas llamadas de atención francamente interesantes, como la verticalización en la cadena de valor o, dicho de otra manera, la concentración de poder de grupos empresariales sobre editoriales, distribución y puntos de venta, fenómeno fuertemente arraigado en el sector del libro, tanto entre empresas del ámbito de la CAPV como del resto del Estado. En el eslabón de las librerías, la tendencia general parece también clara: las librerías pequeñas pueden quedar a expensas de las librerías en cadena, auténticas gestoras de la demanda. Nos hemos acostumbrado ya a las grandes pilas de libros (en palets o expositores específicos, tanto da) que se imponen a la variedad de las mesas de novedades, que pasan automáticamente a un segundo plano: ese fenómeno es algo más que un esfuerzo comercial suplementario; configura un tipo de demanda mayoritaria que, a su vez, define una determinada filosofía editorial y de distribución.

Así de sencillo. Así de grave.

Lo que estos procesos de concentración tienden a eliminar es la propia noción de rentabilidad a escala cultural, para centrarla únicamente en el terreno económico, supeditando la deseable recuperación y rentabilización de la inversión a la lógica de la acumulación y de la pugna por el liderazgo económico y estructural. Obviamente, todos los agentes de la cadena del libro operan en el terreno de la industria cultural, y, por tanto, en el de la economía de rentabilidad, pero no todos lo hacen de la misma manera: hay industriales que defienden su propia independencia y la del conjunto del tejido del sector, por entender la diversidad como un bien cultural y económicamente deseable, y los hay que consagran la mayor parte de sus esfuerzos a las maniobras de concentración, persuadidos de las bondades de un sistema abocado, en mayor o menor medida, al oligopolio. El lector es, generalmente, ajeno a esta pugna de filosofías industrial-culturales, pero, objetivamente, sus posibilidades de elección vienen mediatizadas por ella.

Llegados a este punto, merece la pena que detengamos esta mirada panorámica sobre una especificidad de la industria del libro en euskera que, en apariencia, contradice lo hasta ahora afirmado acerca de la tendencia a la concentración: J.M. Torrealdai viene señalando repetidamente en sus estudios lo que califica de excesiva atomización de la industria editorial en lengua vasca, al menos en el eslabón editorial. Es radicalmente cierto que el número de editores en euskera es excesivo, pero también lo es que la concentración de la producción sigue las pautas de la producción editorial en el resto del Estado. Sea como fuere, y dadas las peculiaridades de esta parte de la industria editorial vasca, el tema merece una reflexión específica que nos comprometemos a hacer y publicar en un artículo posterior.

El ya mencionado Plan Vasco de la Cultura indica también que “el sector es cautivo de las empresas distribuidoras” y que “un sector cultural digno de ese nombre, y el sector del libro lo es, implica una estructura de producción, distribución y difusión bien distinta a la que hoy disponemos”, ya que la distribución es el déficit mayor de las industrias culturales vascas.

Quizás haya llegado el momento de tomar cartas en el asunto con seriedad en el sector del libro, si queremos que tanto las librerías como la creación y edición independiente y, por supuesto, los lectores disfruten de los canales más adecuados de distribución y difusión tanto internos como  externos que permitan acceder, no a la mayor cantidad de oferta, sino a la oferta más plural, creativa y de calidad, independientemente del tamaño del catálogo del editor y de la librería que expone su producto.

Ello sólo es posible mediante una apuesta de distribución independiente de los grandes grupos editoriales de aquí y de allende nuestras fronteras, con una marcada sensibilidad plurilingüe, con un oferta de calidad y variada, muy profesional y profesionalizada, innovadora y respetuosa con las apuestas de los editores y los libreros y que intente, desde su visión global del sector, ofrecer criterios de racionalización de la producción editorial.

Estos aspectos, en apariencia tan pragmáticos, a medio plazo no tendrán sólo repercusión sobre el buen funcionamiento industrial del sector, sino también, y sobre todo, en lo que tiene relación con su valor simbólico como industria cultural referente. Un sector que quiera darse a conocer y que quiera atraer la producción cultural de valor encontrará su mejor tarjeta de presentación en su eficacia y en su independencia.

En fechas recientes, el responsable, de una importante editorial gallega escribía: “Hoy el dilema ya no está entre leer o no leer, la apuesta de futuro es leer para comprender de forma crítica el mundo con las palabras de los otros”. Pero para que ello sea posible es necesario que las palabras lleguen y sean ofrecidas con suficiente visibilidad, que los mediadores del mercado no ejerzan censura ni impidan que esas palabras se escuchen.

Se empieza por no llegar a la visibilidad, y se termina por no crear.

Ése es el peligro.

Pero todavía hay tiempo para alternativas.

Congreso de editores. Dos pinceladas

Ha terminado el congreso de editores que se ha celebrado estos días pasados en Sevilla.

Ya hemos tenido ocasión de leer que parece que a los editores no les gusta en exceso Amazon. Sería quizás interesante saber cuánto le preocupa a Amazon el gusto de los editores españoles.

Sí me han llamado la atención dos de las conclusiones del Congreso por  considerarlas alejadas de la práctica.

La primera hace referencia a la condición creadora de los editores. No voy a ser yo quien niegue dicha función a las editoriales que participaron en la mesa. Pero de ahí a generalizar que todos realicen esa labor hay una importante distancia y es en esos equívocos o formulaciones ortodoxas con poco peso en la práctica o con importantes contradicciones con la realidad donde el discurso con sentido va perdiendo toda su fuerza.

La segunda hace referencia a la importancia que parece reconocerse a las nuevas tecnologías y los recursos digitales. Estaría bien que los editores nos explicaran cuáles consideran ya simplemente tecnologías asumidas, cuáles nuevas y qué recursos digitales se consideran de interés.

Estas afirmaciones están formuladas en el marco de una Federación que en sus estructuras web no ha dado paso al 2.0 ni tampoco lo ha hecho sus dos Gremios principales, Barcelona y Madrid, ni la nueva plataforma en la que se tienen puestas muchas esperanzas de cara a la mejora de la información comercial y profesional como es Dilve.

Lo que ahora sería importante saber es si esta lejanía es fruto de la propia lejanía institucional de la realidad y problemas de los editores o es reflejo de los intereses reales de los mismos.

Sólo nos quedaría ya saber para cuándo el ISBN va a cambiar de manos y cuáles son los planteamientos y la forma de trabajo que va a tener en la etapa de ‘manos privadas’.

El libro en euskera

Los comportamientos victimistas a veces resultan patéticos. Algo de esto creo que está pasando con el abordaje que se está haciendo del libro de texto en la Comunidad Autónoma del País Vasco.

Leo con asombro que la industria cultural en euskera corre un serio peligro por el tratamiento del libro de texto. Su viabilidad queda comprometida con el préstamo de textos que impulsa educación.

Y, me permitirán que me dé la risa.

No nos gusta el sistema de préstamo y además el aplicado en la CAPV es de los que menos nos gusta, sino el que menos. Pero de ahí a convertirlo del culpable de la posible desaparición de la industria en euskera hay algunos pueblos que pasar.

El propio término es curioso: «industria del euskera» ¿qué se quiere decir con esto? ¿qué mensajes nos quieren vender? ¿No existe la creación y dicha industria fuera de la escuela? ¿no existe la posibilidad como ocurre en otras lenguas de la existencia de agentes editoriales y libreros que cultiven la creación en euskera sin tener que estar atados a los designios de las políticas relacionadas con la escolarización y la educación formal?

¿No será un mayor peligro las políticas de subvención concedidas por la Consejería de Cultura a obras que luego no aparecen por ningún sitio pero que llenan los bolsillos de algunos editores?

¿Morirá el euskera sin industria? ¿EITB no es parte de la industria del euskera o los editores la consideran sólo industria audiovisual?

Que una industria cultural o una parte de la misma intente patrimonializar una lengua y su futuro en función de cómo les vaya a ellos su negocio es no sólo peligroso  sino de mirada muy estrecha.

Lo más triste es que el único dato que dan del deterioro de la industria del euskera es la disminución de la cifra de facturación. La calidad importa poco. Lo que importa son los ‘euros’.

Tökland aterriza en Extremadura

Tökland ha aterrizado en Extremadura aunque quizás sería mejor decir que la sobrevuela para aportar su conocimiento y su experiencia en red al Plan de fomento de la lectura de Extremadura.

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La plataforma Entre Libros está atenta además a las críticas sugerentes, demostrando que el feedback a veces puede funcionar.

Habrá que dar recorrido a la experiencia para ver sus resultados.

Taberna Melquíades

¡Que contar de un estupendo día en Pamplona!

Son de esos días en los que tengo claro que las palabras se aproximarán de forma vaga a la realidad.

Todo ha empezado, siempre hay que buscar un motivo, por el encuentro en torno a un libro y a su autor.

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El encuentro era con la prensa, pero no estaba de más aprovechar para vernos.

Así que hemos ido goteando las seis personas  que después y desde las 14:15, todos como clavos, hemos disfrutado de la comida y la sobremesa hasta que ya a las  19:00 hemos ido plegando porque alguno tenía todavía viaje largo de regreso.

El primer sitio escogido para comer y abierto recientemente en Pamplona estaba lleno, llenito así que cuando hemos ido a reservar nos hemos quedado sólo en la toma de cerveza. El segundo, que nos ha recomendado uno de los comensales que lo había catado justo la víspera, disponía de sitio así que a las 14:15 hemos tomado posesión de nuestra mesa en la Taberna Melquíades (Blanca de Navarra 5) para degustar un par de ensaladas, unas croquetas caseras, unos crujientes de morcilla y un par de arroces: un risotto de chipirón y un caldoso de pescado regadito con un Beronia que se ha impuesto ante la oferta de ‘navarros’.

Allí, ya antes en la barra, hemos empezado a darle al palique y no hemos terminado hasta después del trago en el parque de la Media Luna que estaba espléndido.

Han quedado temas abiertos como las posibles relaciones y contactos entre Mina y Miranda que los expertos se encargarán de investigar, pero también, a lo largo del día han ido brotando destellos desde quien decía que ‘hacía mucho tiempo que no desconectaba y disfrutaba tanto de la conversación’ hasta el sentimiento de, sin conocerse entre algunos de los presentes casi hasta el momento de estar en la mesa, sentirnos cómodos en la conversación y en la escucha.

Nuestro granito de arena: la txistorra que hemos llevado de Altsatsu, que hemos repartido en la despedida y que ahora pringa un poquillo con su grasa el teclado.

Nielsen, Gfk, Cegal….

Hasta hace poco más de dos años no había datos excesivamente fiables sobre las ventas reales. Este año parece ser el de la expansión de la informativa en cuanto a ventas.

Así, dos empresas privadas Nielsen y GFK ofrecen información bajo sistema de pago o convenio y CEGAL ofrece también información a las librerías que forman parte del panel.

A la hora de visualizarla los criterios en los tres casos son distintos y al final se llevará el gato al agua quien aporte una información más fina. Sabemos de editores que abandonan uno de los sistemas y se ‘pasan’ a otro, aunque en este caso el poder está en el punto de venta.

Cegal podría acabar facilitando una buena información de los puntos de venta libreros. Quizás podría llegar a ser la más fiable cosa que en la actualidad no ocurre y puede llegar a suceder que para cuando consigan aglutinar una masa crítica suficiente sea ya tarde.

Tal como avanza en estos momentos la gestión de la información los procesos excesivamente lentos dejarán de tener valor al igual que aquellos sistemas de gestión de información que no respondan a estándares que traspasen nuestras fronteras.

Quizás sería de interés si se considera de valor que la información fuera gestionada y normalizada desde el observatorio de la lectura. Mientras los lectores sigan comprando básicamente en librerías podría tener su sentido y justificación.