La política real y la política virtual marchan en sentidos contrarios, y la distancia entre ambas crece a medida que la autosuficiencia de una se beneficia con la ausencia de la otra. La era del simulacro de Jean Baudrillard no cancelaba la diferencia entre la cosa genuina y su reflejo, entre realidades reales y virtuales, simplemente abría un precipicio entre ambas, fácilmente franqueable para los internautas, pero cada vez más difícil de franquear para los ciudadanos actuales o futuros. (Zygmunt Bauman; Vida de consumo; FCE; pag. 149)