La lectura de libros digitales se está convirtiendo cada vez más en una forma común de lectura. Rompiendo las barreras físicas asociadas con la circulación de libros impresos, esta práctica abre, para las obras escritas, oportunidades más amplias y duraderas de publicación que antes. Se trata de una gran oportunidad para muchos autores, editores, lectores, libreros, bibliotecarios, estudiosos y críticos, que están comprometidos cada día a ofrecer al mayor numero de personas el mejor acceso a las obras del conocimiento y la imaginación.
Es indudable que los avances tecnológicos en dispositivos para leer libros electrónicos provocaran cambios en los hábitos de lectura. Por este motivo, todos los actores de la cadena del libro tenemos que unir nuestras fuerzas para fomentar y desarrollar una oferta legal que satisfaga al lector, garantizando una adecuada remuneración para los creadores y basada en un modelo interoperable y abierto al mercado. Los lectores tienen derecho a reclamar una oferta con estas características. Los políticos también han tratado de fomentar este modelo y con este objetivo, la Unión Europea permitió aplicar las mismas condiciones de IVA reducido a los libros electrónicos que están en un formato tangible.
Una de las claves para la difusión masiva de un modelo comercial sostenible es obviamente el precio final del libro electrónico. Este tiene que ser atractivo para que el lector pueda disfrutar de una oferta a un buen precio e innovadora. Sin embargo, hoy en día, los editores no están en posición de ofrecer la reducción de precios esperada por los lectores sin destruir el mercado como resultado del dumping (lo que al final llevaría a una drástica reducción de la diversidad en el sector editorial). La razón es simple : es la brecha del IVA ! Al mismo tiempo en que los Estados Miembros de la Unión Europea y la Comisión Europea nos presionan para que desarrollemos un mercado digital, se mantiene un sistema discriminatorio que entorpece el crecimiento de dicho mercado emergente. La brecha del IVA supera los 14 puntos de porcentaje en Francia (5,5 % tasa para libros contra 19,6 % tasa normal), asciende a 15 puntos en el Reino Unido (cero contra 15 %) y hasta 25 puntos en Noruega (cero contra 25 %). Semejante contradicción entre discursos políticos y acciones no sólo afecta a los editores y lectores : afecta también la base tradicional sobre la cual se calculan los ingresos de derechos de autor pagados a los autores. Así que lo que los Estados Miembros están atacando directamente es a la misma creatividad. Esta actitud contradictoria – innovadora en palabras, restrictiva en acciones – ha llegado a un punto insoportable.
¿ Qué extraño razonamiento económico puede justificar una brecha de IVA tan grande ? El motivo es la regulación fiscal de la Unión Europea, según la cual el libro, si se puede descargar o si está disponible en línea, se considera como un servicio, no como la venta de un bien cultural. De momento, el libro electrónico disponible sólo en línea no puede beneficiarse del mismo tratamiento fiscal que los demás libros. En otras palabras, los Estados Miembros de la Unión Europea que promulgaron sistemas de impuestos reducidos sobre bienes culturales impresos por razones culturales podrían de hecho acabar por subvencionar a los negocios de impresión en lugar de promover a las industrias culturales.
Tal enfoque no es compatible con el interés público de los países democráticos que promueven la libre circulación y el acceso a las obras del ingenio. Desde este punto de vista – aunque muy político – no tiene sentido considerar que la naturaleza misma de un libro dependa de su formato o forma de distribución.
Los que después de haber leído esto decidan ignorar la situación y permanecer impasibles ante esta injusticia, serán responsables de apoyar un sistema que favorece la piratería masiva y consecuentemente la disminución de la diversidad cultural en Europa.
Estamos ante una situación de emergencia y esperamos que las autoridades fiscales le den la importancia necesaria. Es por eso que apelamos a los Estados Miembros de la Unión Europea para que consideren, lo más pronto posible y antes que sea demasiado tarde, una tasa reducida de IVA sobre libros en cualquier formato, impreso o digital, ofrecido en formato tangible o descargables.