Las personas que superéis cierta edad recordaréis, aunque todavía se pueden ver de vez en cuando, los pasquines y panfletos que regaban nuestras calles dejando en parte huérfanos algunos bosques.
La clandestinidad, historias del ‘abuelo cebolleta’, llevaba en ocasiones a lanzar o repartir de la manera más cuidadosa posible la información que se quería hacer circular en forma de hojas volanderas, carteles, panfletos varios y demás.
Con la llegada de lo digital y la posibilidad de que todo el mundo exprese sus ideas esas formas clandestinas parecen haber desaparecido, aunque quizás todavía algunos tienen ramalazos de otros tiempos.
Así, este fin de semana ha ido apareciendo cuidadosamente repartido un llamémosle ‘panfleto sin firma’.
No en papel barato, sino en couché. No en blanco y negro, sino a todo color.
Su espacio de acción parece centrarse en la comarca de Urdaibai.
No lleva firma aparente a la vista. Por lo menos, no en la portada.

En sus interiores tampoco encontramos ninguna referencia clara del autor, autora o atores del mismo.
Sólo un perfecto bilingüismo y una loa a los parabienes de una infraestructura no sostenible en sus modelos presupuestarios presentados hasta la fecha.

Parece que hasta ahora, ninguno de los estudios, de los 12 a los que se hace referencia, ha sido capaz de encontrar el equilibrio económico.
Sólo al final encontramos una referencia. Un correo electrónico. La capacidad de convertir lo digital en marca, en identificación encuentra en este ‘panfleto anónimo’ un exponente claro.

Después de lo visto yo me conformaría con que el ‘monarca absolutista de Vizcaya’ nos dijera contra qué partida presupuestaria ha ido el ‘panfleto’ y cuánto nos ha salido a los ‘súbditos’ vizcainos.
El que se esconde es porque algo teme.
Actualización
Me he desayunado hoy con El Correo viendo una referencia explícita a una entrada reciente de este blog en la que reflexionaba en voz alta y personal (este blog sólo refleja las opiniones de un servidor más allá de la coyuntura profesional concreta que se da en cada momento y que permite por suerte no tener que estar obligado a decir amén amén a algunas ‘ruedas de molino’)sobre un ‘panfleto’ que ha visto recientemente la luz.
Soy capaz de creerme incluso que la Diputación no esté detrás de la iniciativa. En cualquier caso en la entrada referida yo no mencionaba explícitamente a la Diputación como institución.
Lo que ahora me llama la atención, siempre viene bien una segunda vuelta en las conversaciones y reflexiones, es el correo electrónico que figura al final del documentillo: guggenheimbilbao@bizkaia.net.
¿Supone ello que la ‘casa madre’ habrá permitido la utilización de la marca o volverán sus gestores a ‘marcar huevos’?