¿Hay alguien ahí?

Vuelta silenciosa.

Sin querer hacer mucho ruido.

Sin saber tampoco cuánto durará.

Añoraba en parte este espacio y alguno me ha calentado especialmente la cabeza.

¿Cuándo tomé la decisión de ‘volver a micasa’? Aunque parezca mentira lo hice ayer cuando volaba a Madrid.

No sé por dónde irán los tiros de este narrar, contar y reflexionar.

Dejaremos que vayan yendo.

Sigo en el mismo trabajo, en el mismo quehacer, pero quizás desde septiembre mi punto de vista sobre la ‘vorágine’ ha cambiado.

Voy más sosegado.

Descubrí en las vacaciones de agosto que tiempos para pararme a pensar y a escribir me venían bien.

Así que por aquí vuelvo. Ya digo que sin hacer ruido.

Ayer en un vuelo, al amparo de una lectura que recomiendo, Erratas de Marco Cassini me sentí con ganas de volver a la casa.

Erratas Marco Cassini

Sed los que aparezcais por aquí de nuevo bienvenidos y espero que os sintais a gusto y no defraudados.

Defraudar al lector es casi un pecado mortal, que debería castigarse con una multa. Pero en el fondo es el propio editor quien se castiga porque, una vez roto el pacto implícito cuto estrechamiento de manos es la adquisición del libro, el lector defraudado difícilmente volverá a depositart su confianza en la editorial. (Marco Cassini; Erratas. Diario de un editor incorregible; pag. 31).

Ayer en Madrid hubo con todo tiempo para una comida con tertulia en la Taberna Buenaventura. Por esto de ‘la línea’ sólo tomamos un plato aunque con tres vuelvos: cocido.

La tertulia nos ayudó a desengrasar un poco.

12 comentarios en “¿Hay alguien ahí?

  1. Txema

    Vuelves «con valor» y más ligero equipaje, a tenor de tus palabras… Y lo haces tan silenciosamente que casi ni nos enteramos, rodeados como estamos de «ruido» por todas partes… Pues nada, aquí estamos…

  2. Pues mi agradecimiento a Cassini. ¡Bienvenido, Txetxu! Se te echaba de menos, de verdad.
    «Las cosas más hermosas que hemos leído se las debemos casi siempre a un ser querido. Y a un ser querido será el primero a quien hablemos de ellas. Quizá, justamente, porque lo típico del sentimiento, al igual que del deseo de leer, consiste en preferir. Amar, a fin de cuentas, es regalar nuestras preferencias a los que preferimos. Y estos repartos pueblan la invisible ciudadela de nuestra libertad. Estamos habitados por libros y por amigos» (Daniel Pennac).
    Hoy volvemos a estar más y mejor habitados.

  3. juanjo longarela

    Eres el itsmo que me une a partes del pasado más reciente que no me gustaría perder.
    Gracias por la trasmutación en pensamientos intercambiables.

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