En nuestras propias relaciones utilizamos el ‘tener buena química’ como frase o expresión para indicar el buen estado, el ‘punto’ positivo entre dos personas o dos elementos de la tabla periódica que parecen casar bien.
Hay veces que cuando el cruce, la mezcla no guarda las proporciones adecuadas esa ‘buena química’ se rompe. Suele pasar con frecuencia haciendo en ocasiones que la mezcla sea imposible de repetirse y en otras a base de añadir elementos base que neutrialicen los malos efectos de un momento todo vuelva a funcionar.
De buena y mala química está lleva nuestra vida. Al fin y al cabo vivimos haciendo pruebas sobre cómo crear nuevas sustancias relacionales fracasando a veces en los intentos y en otros casos encontrando nuevas combinaciones maravillosas. Cuando las mismas se dan entre ‘elementos’ aparentemente opuestos puede resultar una maravilla o una catástrofe.
La vida se vive en parte con ese juego y no siempre encontramos, o por lo menos yo no encuentro, la fórmula mágica.
Me ha gustado mucho encontrarme con la posibilidad de mezcla completa en el campo de la cultura en la sugerente entrada de Anatomía de la edición. Y me ha gustado sobre todo que para recoger y reflejar la tabla periódica de los elementos químicos se utilice a las Revistas Culturales.
Acabo con un poema de Wislawa Szymborska con el que me he encontrado en estos últimos días un par de veces.
La primera se lo escuché a Kirmen Uribe hace unos días.
La segunda ha sido hoy en la Librería Gil de Santander que ha utilizado algunos versos del mismo:
No es el mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.
Demasiado pensamiento político para los tiempos que corren y para los políticos que nos han tocado en suerte. Resulta paradógico.
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