El PSE ha cosechado sus peores resultados en Euskadi desde el año 95. Los peores en total de votos y en porcentaje de votos sobre el total de los mismos.
Nunca le había votado tan poca gente y nunca se había producido un descenso tan brusco de unas elecciones a otras en ese ‘continuum’ de Generales, Autonómicas, Municipales.
Lo ocurrido requiere una reflexión profunda y con cierta distancia.
No soy politólogo, pero he vivido con una cercanía mayor el proceso que va desde las Municipales del 2007 hasta las actuales.
Supongo que el número de razones que intentan explicar lo ocurrido será numeroso aunque seguro que tristemente será superado por el número de aparentes justificaciones sin razón ni excesivo fundamento.
El PSE había conseguido en los últimos comicios una cierta ‘movilización épica’, casi heroica, de sectores desencantados, no militantes del partido y animosos colaboradores del mismo que con el rum-rum del tiempo se han visto, nos hemos visto dejados de lado o pidiéndodnos que interpretáramos músicas distintas a las acordadas.
La memoria política tiende a ser corta amen de en muchas ocasiones estar viciada en su hacer diario por lo que se denomina generalmente aparato, poco permeable a modos de hacer y crecer distintos a la ortodoxia del ‘siempre lo mismo’.
No diré que sea la única causa, pero sí creo que juega un papel importante.
Un camino iniciado se sesga de raiz sin excesivas explicaciones, quizás más necesarias en un momento donde los políticos que son considerados como un serio
problema habían encontrado en este caso un camino de diálogo crítico y constructivo.
Sólo queda ver porque no hay tiempo para mucho si seguirán en su castillo o volverán a tender puentes. En algunos casos será ya tarde. En otros puede que todavía haya tiempo.
La política épica se acaba en Euskadi. Quizás Bildu tenga una legislatura para hacer épica de su participación institucional. Los demás deberán trabajar en la normalidad que habitualmente se encuentra entre los ciudadanos y no en la sede de los partidos.
El panorama que queda tras las elecciones me parece terriblemente sugerente. Sólo con que todos den juego a la fuerza más votada en cada caso para permitirle que intente formar gobierno con sus pactos correspondientes o con el riesgo de gobernar en minoría nos sitúa ante un panorama nuevo e interesante.
Y un último detalle sólo en relación a las tres capitales ya que no he sido capaz de encontrar datos más precisos. La participación se situó en las mismas entre 5 y 7 puntos por debajo de la media estatal. Esto, con todo el ruido que meten los partidos aquí en Euskadi sí que les debería hacer reflexionar con seriedad sobre el modelo excluyente por hartazgo hacia el que se van deslizando.
Finalmente me quedo con cierta pena en el cuerpo al ver ayer la expresión de tristeza y abatimiento de un buen tipo metido en estas lides y que se ha pegado un buen topetazo. Espero que su humanidad le ayude a superarlo en lo personal.