Los hilos que posibilitan la comunicación entre personas son finos y delicados. A veces, casi sin saber por qué, se rompen y sin darnos cuenta de la ruptura la distancia va aumentando.
A veces también para cuando nos damos cuenta la distancia entre las puntas es demasiado grande como para volverlos a unir.
No parece que en este caso la comunicación sin hilos funcione.
Sólo cabe la solución de intentar tejer de nuevo con calma y paciencia, pero para ello quizás sea bueno antes, parar.
Hay que saber parar, aceptar que estás más cansado de lo que crees y ganar tiempo, cuando crees perderlo, sin hacer nada. Hay que saber por dónde está el camino de regreso. (Miguel Sánchez-Ostiz; Vivir de buena gana; pag. 350)