La nueva técnica novelística se basa, en general, en la idea de que ya no es el escritor quien capta el mundo (como objeto del conocimiento), sino el mundo el que capta al escritor (como objeto de su pulsión sin límites); no obstante, esta concepción provoca trasformaciones devastadoras en la llamada literatura, en esa rama del arte que va vegetando con dificultades cada vez mayores. Ese arte extrae su última inspiración del hundimiento increíblemente vertiginoso del nivel de los hombres, pero el imparable hundimiento pronto barrerá toda inspiración… salvo la de la destrucción. ¿Quién habla ahora de literatura? Registrar los últimos estertores, eso es todo. (Imre Kertész ; Yo, otro. Crónica del cambio, pag. 91)
Una cita milenarista (por lo nefasto) la de Kertész. El imparable hundimiento siempre ha estado presente, pero eso de que barrerá toda inspiración suena a lo de tiempos pasados siempre fueron mejores. Y lo de la destrucción, pues bueno, trompetas de Jericó y el templo en peligro.
¡Salud y Fortuna!
Sentir miedo es algo normal, ¿sabes? Al tiempo es algo que haces mal. El miedo no señala por necesidad que estés ante algo malo; sólo el mismo «miedo» es malo. No hay nada allí fuera ni en la quietud ni en el cambio que sea malo en sí; sólo el miedo es malo en sí, y está dentro tuyo. «Miedo» es sólo una etiqueta biológica para lo que aún no has logrado conocer del todo. Piensas que es «miedo» y en realidad tu cuerpo siente que, simplemente, «desconoce». Es un poco como si has crecido creyendo que el color «rojo» se llama «azul» y vienes a enterarte ahora que no es uno sino el otro. Al principio no das un duro por lo que te digo y se comprende. Al margen, sabes que no hay nada que sea de veras nuevo en esos temas y esos actos que te hacen sentir tan seguro. Es por eso que el mundo va tan mal, ¿sabes? Vivimos huyendo de los miedos y así es imposible que ocurra nada nuevo; para estar «seguro» hay que estar «siempre en la misma».