¿Qué será de la cultura?

Leo dos artículos de Ramón Zallo en estos últimos días que han aparecido en medios distintos y tengo la sensación de que el análisis de opinión se mueve más en función del medio en el que se escribe que de la realidad que nos rodea.

En el que publicó en Deia el 2 de enero centra su tiro y enfoque en el Gobierno vasco mostrando un cierto desconocimiento de las funciones de algunos órganos de gobernanza al afirmar que el Consejo Vasco de la Cultura aprueba y vota los planes de cultura cuando no es ésta una de sus funciones que quedan recogidas de la siguiente manera:

Artículo octavo.– Funciones del Pleno del Consejo Vasco de la Cultura.
a) Adecuar y desarrollar el Plan Vasco de la Cultura elaborado por la Viceconsejería de Cultura, Juventud y Deporte, con carácter previo a su presentación al Consejo del Gobierno Vasco.
b) Proponer medidas que favorezcan la actuación coordinada en materia de cultura.
c) Estudiar y analizar cuantas cuestiones se refieran a la protección, creación, formación, producción y difusión cultural.
d) Aprobar la memoria anual de actividad elaborada por la Comisión Interinstitucional.
e) Evaluar los niveles de desarrollo y ejecución del Plan Vasco de la Cultura.
f) Cualquier otra función que le sea encomendada por las leyes y reglamentos al Consejo Vasco de la Cultura.

No existen, por lo tanto como plantea Ramón retrocesos en la codecisión, sino adecuación, quizás, a las funciones que puedan competer a cada órgano, teniendo en cuenta además que lor órganos los forman personas y quizás tenga más valor una decisión u opinión mostrada por un Consejo más numeroso en participación que Consejos de años anteriores.

Tengo la sensación también que gran parte de los agentes, algunos ni siquiera han sido contemplados hasta hace dos años, no compartan esa visión de ‘caramelos de bautizo’ en relación al bono cultura, aun situándonos en épocas de recesión y recorte los presupuestos a fecha de hoy son todavía bastante superiores en la Dirección de Promoción de la cultura a los gestionados en el año 2009.

En el artículo que hoy aparece en El Correo y recoge también Viento Sur la centralidad se sitúa e la capitalidad cultural 2016 de Donostia situándolo como un proyecto de ‘altísimo interés’ pidiendo a todas las instituciones que echen una mano al proyecto.

Habrá que pensar que los dineros que se destinen a 2016 también deberán restarse, sumar en estos tiempos va a ser díficil, de algunas otras partidas, pero siempre el análisis fino del presupuesto es tarea mñas complicada.

Sí estoy de acuerdo con la conclusión: Habrá de superar esas enfermedades infantiles que suelen ser la confusión entre hacer oposición y zancadillear proyectos de altísimo interés porque los gestionan otros, o dificultar la cooperación desde el “aquí mando yo”. Sectarismo Cero, ha de ser la consigna.

Lo que no me queda claro es cómo se traslada esto a los presupuestos, a las formas de hacer y tejer y cómo pueden convivir el trabajo que se intenta realizar con sentido para crear tejido sostenible y los grandes eventos que suponen una capitalidad.

Leía hoy a la mañana un sugerente artículo de Luis César Herrero Prieto, La contribución de la cultura y las artes al desarrollo económico regional. Termino con una cita del mismo:

Por ultimo, ha de mencionarse que los estudios de impacto económico recogen los efectos generados por las actividades culturales pero no sus costes adicionales, por ejemplo en términos de congestión turística, mantenimiento de  infraestructuras culturales, desgaste de las dotaciones urbanas, etc. Así mismo, estos trabajos estiman el impacto económico a corto plazo de una manifestación cultural o de una institución, pero no la eficacia a medio y largo plazo de la intervención cultural o de las inversiones que hayan implicado. Por esta razón, es importante también evaluar si estas acciones culturales son rentables socialmente a lo largo del tiempo y si son consistentes con un desarrollo económico y cultural sostenible, para lo cual, la realización de análisis coste beneficio de los proyectos culturales o la creación de un sistema de indicadores sobre la evolución de variables relacionadas con el sector cultural y económico, resultan ser medidas necesarias, sino imprescindibles en este sentido.

 

Un comentario en “¿Qué será de la cultura?

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