En todo caso, los editores ahorran en todo lo que pueden: en las tiradas, por ejemplo, más raquíticas cada año. Pero también en otros conceptos: papel, encuadernación (cada vez hay menos libros cosidos), anticipos, traducción (con tarifas congeladas desde hace mucho tiempo), corrección (cada vez más erratas), revisión, etcétera. (Manuel Rodríguez Rivero)
Aún así se sigue devolviendo cada vez más y más libros. Basta ver el último estudio de FANDE (tabla 53 pag. 57) o el del Comercio Interior de los editores (Tabla 52, pag. 82)
Con el libro a este paso nos empezará a pasar como con la industria alimentaria. Habrá que empezar a penalizar los excedentes en la medida que no cumplen su fucnión final, la de alimentar intelectualmente en este caso a la sociedad.