Disfruto mucho a desde hace un tiempo de los sábados a la mañana cuando me enredo en una rutina casi fija de lectura de prensa y compras para abastecer la despensa semanal.
Todo ello sin prisa, rumiando al mismo tiempo cómo ha ido la semana y cómo se presenta la siguiente.
Aprovechando cualquier rincón en el ir y venir entre cafetería, súper, frutería, charcutería… como hoy ha sido el caso para parar de repente y simplemente estar y ver a la ciudad iniciar su movimiento más tranquilo que entre semana.
Tiempo también para pensar e intentar adivinar qué querrá comer el abuelo esta semana.
Acercarme después con las viandas, estar con él, tantear su humor y ver y disfrutar, si tiene ganas, de sus palabras con historia y nostalgia.
Sino, como en muchas ocasiones, es suficientente la compañía silenciosa.
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