Un fin de semana distinto. Nunca se sabe si buscado o fruto del azar y los cambios de ritmo.
Viernes a la mañana. Teléfono apagado. Una reunión, una llamada que provoca que la reunión tenga que terminar con cierta celeridad y suspender la siguiente para antender ala cotidianidad familiar en la que vivimos los últimos tiempos.
A la tarde intentando encender el teléfono fallo en los tres intentos de PIN, fruto de la cabeza en otros sitios, y hoy al llegar a casa veo que el PUNK que tengo no coincide.
Recuerdo que tuve que cambiar la tarjetita del número y seguro que la nueva
Así que tendré más tiempo para los míos, estaremos más conectados y menos dispersos y mientras tanto que el mundo siga su camino que yo durante dos días, por lo menos, me bajo de la movilidad.
Pienso, los amigos de siempre, los de antes de los móviles siempre sabrán en qué numero localizarme. Me doy cuenta también que estos aparatitos han hecho en muchos casos cambiar nuestras coordenadas de localización. Amigos recientes desconocen mi fijo al que no le hace falta ni PIN, ni PUNK, ni nada de nada para seguir manteniendo el hilo de contacto.
Diría que es, casi, un lujo.