Cuando conocí a Txetxu yo acababa de llegar al mundo del libro. Creo recordar que llegó a mi nuevo despacho acompañado por Santi Cámara quien me lo presentó como la persona que se iba a hacer cargo de la defensa de los intereses de los libreros. Yo entonces tenía este mismo objetivo -entre otros derivados de mi cargo- y sentía una gran ilusión por haber migrado desde el campo de los neutrinos, los aerogeneradores y la fusión nuclear al del libro y la lectura.
El señor Barandiarán y yo pudimos colaborar satisfactoriamente durante esta época y siempre agradecí su espíritu práctico y bastante más abierto (innovador) de lo que yo empezaba a ver en este nuevo sector. Precisamente este talante explica la naturalidad con la que encajé su inicio como bloguero y su mentalidad inquieta en la frontera de varios territorios.
Desde entonces todos hemos aprendido bastante sobre lo que ofrece el medio digital, pero hace ocho años Txetxu inició un camino mucho antes que otros empezaran a transitarlo. Durante este decurso se ha mostrado constante en una actitud cambiante, un día se le ve como un Savonarola del mundo libresco, otro día hedonista como un Qunqueiro o Luján, otro día analítico e irónico como un Strachey, y otro día memorialista como un Pla, pero siempre con un ánimo Boswelliano de no dejar de recorrer cada día casi a la vista de todos.
Señor Barandiarán: que sea así por muchísimos años.