Recuperar el tiempo de la escritura es recuperar el espacio de la voz interior, repoblando el imaginario del diálogo con el (los, las) otro(s, as). ¿Tiene que ver con el tiempo? Probablemente, pero sobre todo creo que tiene que ver con el silencio en el que dos diálogos interiores se construyen. Hoy por hoy construimos nuestro discurso con el eco disruptivo de los pensamientos de nuestras pequeñas comunidades en red.
¿Cómo impedir que ellos nos aturdan y condiciones nuestra palabra escrita? ¿Cómo pensar más allá de la inmediatez de la emocionalidad y construir un discurso reflexivo y crítico que mire al horizonte y lo dote de algún sentido? Parece un objetivo pasado de moda y, sin embargo, valga la pena insistir.