Me reencontré con él hace menos de un mes y ahí seguimos siguiéndonos.
Ayer lanzaba unas preguntas en su blog.
¿Con qué construimos nuestras esperanzas?
¿Son nuestros sueños un refugio o un espacio de crecimiento personal?
¿Somos capaces de contagiar esperanza?
Y dejaba también una reflexión:
Cuando la esperanza se convierte en un refugio ya no es esperanza sino un clavo ardiente artificial originado por la desesperanza, la negación o el dolor.
Se las tomo prestadas para que me acompañen estas próximas vacaciones.