Me alegra que aún estando de vacaciones siga cayendo bien a alguna persona.
Este blog es un blog personal y por lo tanto seguiré escribiendo este mes. No sé con qué ritmo. Quizás con el que la vida y el mes que se presenta con sus incertidumbres vaya marcando.
Sí que tengo claro el tono que le quiero dar. Por lo menos a fecha de hoy.
Voy a dejar de lado lo laboral que no deja de ser transitorio y viajré más por el lado de los sentimientos, sensaciones y emociones más pegados a la vida.
Los meses de agosto han jugado a lo largo de mi vida un papel importante de parón, descanso en mayor o menor grado, reflexión, vista atrás, mirada hacia delante y a los lados para ver con quién vas del brazo, paseo, escritura que queda para mí y, en algún caso, para alguien más.
Algo de esto trasladaré aquí al hilo de las lecturas y reflexiones de otros que me produzcan cierta conmoción.
A veces, será sólo una cita, como la de ayer. En otras ocasiones serán varias cruzadas o pequeñas reflexiones sobre las palabras de otros.
Hoy se me han cruzado dos.
La primera de Maruja Torres en su artículo de El País Semanal que dice así:
Hace casi un año que el arabista y lingüista Adrián Rodríguez Junco, hombre de cultura y de amistad, me rebotó el siguiente texto: «El destino une y separa a las personas, pero no existe ninguna fuerza que sea tan grande que haga olvidar a quienes por algún motivo algún día nos hicieron felices»
Y un poco más adelante
Violeta, conocedora de la profundidad de nuestra amistad, y nada celosa, nos dejaba realizar nuestras correrías lentas…Seguíamos del bracito.
He escrito para mí quiénes me han hecho felices y con quiénes he paseado y paseo a gusto del brazo fruto también del destino, del azar y de las propias vidas.
A lo largo del tiempo hay brazos que aparecen, otros desaperecen y algunos son casi ya por el tiempo y por suerte incorruptos.
Quizás cada vez sean menos los que haya para cada uno de nosotros si la ‘frialdad’ que señala Bauman y ese miedo al contacto sigue adueñándose de nosotros.
Fría es la gente que hace tiempo ha olvidado la calidez del contacto humano, cuánto consuelo, respaldo, aliento y simple placer podemos sentir compartiendo nuestro destino y nuestras esperanzas con otros; ‘otros como yo’ o, para ser más exacto, otros que son ‘como yo’, precisamente porque comparten mi situación, mi desdicha, mis sueños de felicidad, y aun más porque yo me preocupo por la situación, la desdicha o los sueños de felicidad de ellos…La amistad del estilo antiguo ‘uno para todos y todos para uno’ ha sido expulsada del reino de lo posible. No es de extrañar que la gente se haya vuelto más fría. (En busca de la política; pag. 62 y 63)
Una amiga (y compañera, hermana de una que tú y yo compartimos) despedía a otra cara al verano. Hacía fresquito en ese final de este junio y estábamos en «nuestro balcón del cole». La abrazó. «Yo también tengo frío, le dije».
Y ella me achuchó diciéndome «siempre es tiempo de un abrazo».
Que el tuyo te sea propicio. Todos lo merecemos y tú eres una persona estupenda.
El reino de lo posible… Me gusta, aunque me niego a que el «uno para todos» deje de existir. Será la vieja escuela…
Beso.