El Correo trae hoy un titular con miga y más en estas fechas preelectorales: A leches con el euskera.
El resumen es sencillo: la utilización del euskera como elemento, parece, de posicionamiento de marca y la discusión posterior sobre quién es más euskaldún, si Kaiku cuyo 66% de capital es suizo, ya sabemos lo que a veces pasa con la trasparencia de los dineros sucios, perdón suizos, o Euskal Herria Esnea que dice Kaiku que recoge la leche aquí, pero la envasa en Soria y que Euskal Herria Esnea dice que es así porque Kaiku no ha facilitado la posibilidad de que sea en sus plantas.
Todo ello, por supuesto sin entrar en temas más delicados sobre el idioma de las vacas, si el pienso que comen responde a principios de soberanía alimentaria y si las mismas son genéticamente vascas o han venido en patera a estas tierras.
Al final, en el fondo temas de dinero y competencia y poco de euskera.
Esto en una precampaña en la que por lo que hoy leo el PSE se ha cepillado de un plumazo en sus listas a críticos e independientes y Bildu se olvida del pueblo y del euskera en un folletín que me han buzoneado donde solo se habla de los derechos de la ciudadanía, algo que a mí no me suena mal, pero me suena raro enalgunos papeles.
En la que también se demuestra que somos como el resto de España. Nos importa la economía del ladrillo, aunque aquí la vistamos del santo San Mamés. Hablan más los partidos del ladrillo santificado y privado que de propuestas de fondo.
Mientras tanto los pequeños son los que más parecen moverse en las redes sociales y se alejan, quizás, del ruido mediático tradicional que resulta canso y rutinario.
Vamos que ¡somos la leche!