Alejandra es una mujer sabia. Con la sabiduría, la única posible, que da la vida vivida con intensidad.
Hoy nos regala en su blog un texto que me permito trasladarlo tal cual. Hay en él guiños llenos de cariño y buena amistad a personas a las que aprecio y quiero y me han enseñado mucho sobre la vida y la amistad. El güero en primer lugar.
Disfrútenlo.
A mí ya me ha dejado un buen sabor de boca para que así la tarea que toca hoy a la tarde, unida también a los quereres y a la familia, sea más liviana y llevadera sabiendo que voy a ella con esta compañía.

En su mesa estaba Ortuño
Garrapateando inciertos textos
Con empeño tan perverso que
A la Parca no sintió llegar:
«Ándele ya con la última errata,
Que le espera el cuadratín.
No se me preocupe, güerito.
Le aseguro -se lo juro- que en la caja
No le van a faltar
Pruebas y galeradas pa´reparar.»
Sin soltar el rojo plumín,
Impasible, don Manolo se dejó llevar.
La Catrina siguió su camino
En busca de Manuel Gil.
Allá en el santuario de Santos
Rezando lo fue a encontrar.
Pero el viejo lobo la enredó
Con los datos del sector.
− Te ofrezco un nuevo paradigma. Dame un año más y te mejoro la estadística, le ofertó.
La Parca, viendo cómo andaban las cosas, quiso negociar.
− Pero a cambio, a alguno me tendré que llevar…
Y pa´l norte la mandó.
Allá que se fue volando,
La Flaca en Ryanair,
Hasta dar con un tal Txexu, de apellido Barandiarán.
Lo encontró cambiando de tercio,
Copa en mano de Pacharán.
Y sin más aperitivos, pa´l panteón lo empaquetó.
¡Por SEUR, mándame por SEUR…!
Se escuchaba demandar al condenado.
Al querer volver
La Calaca con Albanta se topó.
− ¿A dónde vas, niña guapa?
− A comer, le respondió.
Y hasta Visual que la siguió.
Tras probar las viandas de Yola,
Ninguna duda le quedó. Pa´l agujero,
Al Sobrino, un tal Álvaro, se llevó.
En las catacumbas estaba haciendo falta
Un experto en dar la chapa. Y el melenudo la bordó.
Volvió la Parca en inglés cantando,
Con poco estilo y menos gracia.
A Iñigo García Ureta andaba buscando
Pues de su éxito y buena lente
Había escuchado mentar.
La flaca presumida una foto suya quería
Para perpetuar su eternidad.
Luego, como a todos, al hoyo lo fue a tirar.
Aburrida la Calaca,
Con muchas ganas de bailar,
Ante Daniela se presentó.
«Venga bonita, déjate ya de pedidos», le ordenó.
Y al panteón se la llevó.
«O me pones así de guapa como estás o
De la Trama eterna no saldrás».
Y entre Texturas y Tramas, la Parca
Con Maite se quedó a morar.
En el número seis de Blanca la de Navarra,
Hallarás la casa donde los vivos,
Y hasta los menos muertos,
Tequila en mano, por Barlovento
Se dejan llevar.
Con Ortuño padre, lord capitán.
Portland, de grumete digital.
Día de Muertos, 2012.
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N. de A.-
Las calaveritas literarias, antes llamadas “panteones”, surgen en el siglo XIX, a modo de epitafio burlesco. Aunque fueron motivo de censura por la policía de la época colonial, lo cierto es que la tradición sigue muy viva. Sirven igual para hacer crítica política que para ensalzar a la familia, los amigos, los amores…
Las primeras calaveras impresas fueron publicadas en 1849, en el periódico El Socialista, de Guadalajara.
Los dibujos que suelen acompañar los versos son conocidos con el nombre de La Catrina o Calavera Garbancera, figura creada por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera.
Segunda nota de autora: Han de disculpar los lectores, pero lo de rimar, versar y esas cosas, no es lo mío. Eso sí, están hechas con harto corazón…