En fechas recientes Manuel Gil hacía una reflexión sobre la necesidad de tener información actualizada para la toma de decisiones por parte, en este caso, de las librerías.
Ahora que van a venir tiempos de penuria subvencional creo que se puede abrir un gran abismo entre lo conveniente, lo necesario y lo deseable.
En estos últimos años en los que he estado trabajando en relación con más sectores de la cultura y muy pegadito a la actividad del Observatorio Vasco de la Cultura me he encontrado con una situación en muchas ocasiones de despreocupación por parte de empresas sobre el valor de la información que se puede generar.
En otros sectores a menudo el conseguir y tener al día dicha información no depende de los dineros públicos, como en general ocurre en el mundo de la cultura, sino del propio compromiso del sector y del reconocimiento de poseer dicha información para una toma de decisiones más adecuada.
Dicho de otra manera: ¿pagarían de su bolsillo las empresas, en este caso, del sector del libro por disponer de una buena información sectorial?
Un segundo elemento que quiero resaltar, también desde la experiencia. En este tema en general creo que el tamaño importa. Lo digo en relación a que generalmente las empresas más grandes son más trasparentes a la hora de facilitar información. Bien por que la tienen más organizada o bien porque la consideran más útil.
En este sentido y para dejarlo caer para reflexiones posteriores, Juan Pastor en su intervención señalaba la conveniencia de un determinado tamaño de las empresas culturales. Concretamente él ponía el límite inferior en los 10 trabajadores. Algo que la mayoría de empresas del sector del libro no cumplen.
Recientemente en una conversación con una empresa tecológica que trabaja para el sector de la cultura en muchos de sus proyectos me señalaban que su tamaño, son 18 personas, les estaba permitiendo navegar mejor en estos tiempos de crisis.
Vuelvo en cualquier caso al inicio.
No sé cuál es el camino para hacer ver a las empresas culturales la importancia y la necesidad de una buena informaciçon para la toma de decisiones, pero sin ella, su futuro será más dudoso.
Veo todavía más complicado el que de una manera colectiva asuman, si es necesario, la inversión para disponer de la misma.
Y señalo dos reflexiones finales:
1. Conviene distinguir la información cuantitativa de la cualitativa. Quizás parte de lo ‘cuanti’ si se considera además que el sector cultural es tractor debería asumirse desde los distintos departamentos de estadística de las administraciones para que de esta manera no fuera una información de parte, sino que se pudiera objetivar y comparar.
2. La cualitativa quizás debería hacerse desde otros ámbitos y por la experiencia de los últimos años ésta se convierte men mucho más sugerente cuando se puede contrastar con otros sectores y cuando, al mismo tiempo, aporta información contrastada con la situación de nuestros iguales.