«El centro de la vida literaria está en leer, que es una actividad mental y solitaria, aunque puede vivirse como un diálogo, hasta con cierta animación corporal. José Vasconcelos habló de libros que se leen de pie; que nos mueven a hacer cosas, tomar notas, consultar un diccionario, ver el jardín con otros ojos. Compartir esa animación, hablar de la experiencia de leer, de lo que dice un libro y cómo lo dice, de lo que gusta o decepciona, hace más inteligente la vida social y personal.
Pero hay otras extensiones del mundo literario. Algunas tan periféricas que no requieren la lectura. O tan trajeadas que no dan tiempo de leer. Paradójicamente, las actividades que dominan ‘la vida literaria’ son las que prosperan sin necesidad de leer.»
(Gabriel Zaid; El secreto de la fama; pag. 57)