Lo importante de la presentación de libros es la presentación, no la lectura. Lo importante es el montaje teatral de un acto que sirve para ganar presencia en la vida social, con anuncios y noticias en los periódicos, la radio y la televisión. Para lo cual no es necesario que los participantes hayan leído el libro o piensen leerlo. Basta con que se difunda la manifestación de que el libro existe, el autor existe, la editorial existe, los ditinguidos oficiantes del acto y la institución que lo cobija existen, en beneficio de todos ellos. Lo importante es lo que dice el acto, no lo que dice el libro… ¿Cómo pueden jerarquizar los acontecimientos literarios aquellos que no leen? Dando por supuesto que el verdadero acontecimiento no sucede en el texto milagroso, sino en los actos sociales que lo celebran. Jerarquizando socialmente, como se jerarquizan las bodas, las solemnidades oficiales, el lanzamiento comercial de nuevos productos; no literariamente, como se jerarquizan los textos maravillosos o decepcionantes. Si el texto maravilloso circula sin hacer ruido social, no es noticia para la prensa, aunque la noticia corra de boca en boca entre los que sí leen. Por el contrario, un texto decepcionante, pero firmado, publicado, presentado por personas e instituciones con poder de convocatoria social, sale en los periódicos y en la televisión, aunque la decepción corra de boca en boca entre los que sí leen… ¿Dónde acontece la vida literaria sino en la página leída? De ese acontecimiento, casi no hay nada en las páginas culturales. (Gabriel Zaid; El secreto de la fama; pag. 59, 60-61)