El señor Lassalle hace algunas afirmaciones que casi casi dan miedo por sus consecuencias.
Parece que ha dicho:
«La cultura en español es la diplomacia más eficaz y lo que mayores oportunidades de futuro puede dar a nuestro país. Lo que nos coloca en el mapa global es nuestra cultura y no otra cosa»
Y, también ha agregado que por eso el Gobierno trabaja para proteger a la cultura, «tratando de reorientar todo lo que no se ha hecho» durante los anteriores años de Gobierno socialista.
En los gobiernos anteriores del PP esa idea parecía estar clara, con imágenes que lo reflejan

Cuando al conjunto de los ciudadanos, como si fuera una campaña de marketing de una compañía multinacional, se nos coloca bajo una marca, bajo un mensaje publicitario vacío de cualquier contenido; cuando, de manera indirecta, no creo que se atreviera a decírlo a la cara, nos está llamando a los padres y madres corsarios y a nuestros hijos piratas al afirmar que «hay que cambiar pedagógicamente la cultura de este país entre la gente más joven, que se ha acostumbrado a hacer piratería durante los últimos quince o veinte años» como si la misma fuera práctica generalizada, poco se puede esperar.
Tampoco nos debe de extrañar. Son quizás ya los primeros efectos de la pérdida de la asignatura de educación para la ciudadanía, medida del Ministerio que también le cobija y que parecen tomar reflejo, en primer lugar, en un secretario de Estado.
Sin ciudadanía no hay cultura. Si se insulta la inteligencia ciudadana como hace el señor Lassalle hay zafiedad, mentira y malos modos que a él le encanta cubrir de palabras aparentemente biensonantes, pero que como siempre suenan a hueco.
En el fondo es lo que ocurre siempre con las marcas y la mercadotecnia. Palabras vacías que buscan ojitos que se dejen engatusar.
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