De Barbastro a Bilbao y las profundas dudas sobre el libro electrónico o digital

La Asamblea Nacional Francesa acaba de poner un dedo en la llaguita y ya que tanto nos gusta mirarnos en los vecinos quizás ahora también convenga tomar nota para la reflexión.

El argumento parece de cajón: los sistemas de ‘protección’ que algunos, la mayoría, de los editores ponen a los libros, DRM y derivados, atentan contra los derechos del lector-ciudadano. Es decir: la ciudadanía por delante de la industria. Casi, casi igual que lo que piensa el señor Lassalle.

Proponen algo sencillo: que sólo lo digital en formato abierto se puede beneficiar del Iva reducido porque prima, resumiendo,  el derecho del lector sobre la ‘industria cautiva’.

Qué es lo que tiene de importante esta deriva. En mi opinión resitúa sustancialmente la discusión y la pone, por lo menos, en parte de nuevo en el ámbito de los derechos ciudadanos y de la cultura.

Ya, quizás sería bueno, aprovechar el viaje para profundizar y afirmar que se le dé también una vuelta al papel y al tratamiento que deben tener también algunos de los títulos que se publican que difícil sería considerarlos como un bien cultural.

Señalo lo de Barbastro-Bilbao porque en fechas recientes se ha celebrado por un lado el I Congreso de Libro electrónico y, por otro, en Bilbao, las segundas jornadas de Liburutekia.

Del encuentro de Barbastro, Lucía Cobos me ha remitido un excelente ‘resumen formato twit’ que reproduzco tal cual a continuación:

Conclusiones Barbastro

Editores a, editores b y editores en transición.

Libreros zombies.

Digital como algo nuevo y/o como libro de bolsillo.

Empresas amables vs empresas agresivas.

¿Qué es un libro? ¿Qué es un libro electrónico? ¿Y uno digital?

¿Habría que cambiarle el nombre?

Precaricemos, precaricemos…

La cutrería en lo digital se nota más que en lo electrónico.

Banalización de lo digital.

Piratería digital es el nuevo fotocopiar.

Adiós soportes actuales, hola gafas.

Si yo tuviera que sacar algunas conclusiones del encuentro de Bilbao creo que serían distintas y quizás, en gran parte, debido a los agentes presentes. Éramos menos que en Barbastro, pero más ‘combativos’.

Por qué hablar de algo que no existe. Si no se crea en digital lo que se comercializa en digital es una mala copia y, además casi siempre, con preservativo.

Bibliotecarios, seguid hablando y enredando porque sois los que ayudáis a poner la ciudadanía y sus derechos como centro del debate.

Aquí no hay ‘gurús’. Nadie sabe exactamente qué va a ocurrir. (Se la debo a Gonzalo Garrido).

Algunos nos quieren meter a empellones en su taxi. ¡Viva la bicicleta aireada y abierta con ritmos distintos según las posibilidades de cada uno!

No hay futuro. Hay futuros.

Le va bien a quien pasa, en parte, de lo digital. Los brotes verdes son palpables.

Sí tecnologías para la vida cotidiana como derecho del usuario.

Libranda de mis amores informa mejor a tus editores.

Fue un encuentro conversacional. Nadie usó el DRM para que no hubiera preguntas y siempre hubo tiempo para las mismas. Se valoró más la pregunta conversacional que la ponencia magistral.

Diré que aprendí en ambos, pero me sentí más cómodo en el ecosistema del segundo.

Ahora bien, si lo electrónico se queda sin el libro, ¿cómo llamaremos al siguiente Congreso? Ya lo decía Lucía. Por lo menos se lo preguntaba: ¿Habría que cambiarle el nombre?

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