He leído con sumo interés el informe La financiación de la cultura en el contexto europeo elaborado por la Fundación Alternavicas y la Fundación SGAE .
Recojo a continuación algunos párrafos e ideas del mismo junto con algunos gráficos que me han llamado particularmente la atención, sin pretender hacer un resumen del mismo.
– Todo lo que parecía sólido en el mundo cultural parece desvanecerse en el aire de la crisis y el tsunami digital (7)
– La erosión del Estado del bienestar afecta a la cultura, al ser considerada como servicio no esencial (7)
– La cultura es interpretada cada vez más para las administraciones como un recurso para competir en el mercado global, ya sea para las ciudades grandes o medianas (Evans 2003) o bien para los estados con la promoción de la marca-‐país (Dinnie 2008). (7-8)
– Paupérrima valoración de la ciudadanía y de la política acerca de las profesiones culturales, su función y la protección al derecho de obtener una retribución por el trabajo creativo. (8)
– El derecho a la cultura, la democratización de la cultura como ejes orientadores de la política cultural deben salvaguardar y no entrar en contradición, como ocurre en este país, con el derecho básico de los profesionales de las industrias culturales de percibir su remuneración por un trabajo. (8)
– El sector cultural representa una parte minoritaria, en términos económicos, de llamado sector creativo. Y su utilización creciente en los planes gubernamentales corre el riesgo de disolver la atención singular que han recibido la cultura desde los años sesenta. (13)
– Los diversos estudios de consumos culturales, en diversos momentos históricos y contextos, confirman que el principal efecto de las políticas culturales democratizadoras es aumentar la intensidad del consumo de las clases medias pero es mucho menos eficaz a la hora de incentivar la participación cultural en amplios sectores de la población de bajo nivel socio-‐económico y cultural (Bourdieu, Darbel, and Schnapper 2003; Donnat 2004). Este hecho provoca que se acuse la política cultural democratizadora de elitista. (14)
– La crisis iniciada en 2008 no tuvo prácticamente impacto en los presupuestos de cultura en su primera fase, y fue solo con su recrudecimiento a partir de 2010 cuando se empezaron a materializar los recortes. (17)
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– Pretender que el recurso a la financiación privada sea la vía para compensar el repliegue de lo público en los sistemas culturales más dependientes de ello es, como mínimo, muy aventurado. Para abundar en esta cuestión, recordar que el grueso de la aportación privada en los países anglosajones no procede del sector empresarial sino que corresponde a acciones filantrópicas individuales, y que el sector empresarial protagonizó un fuerte descenso de las donaciones coincidiendo con el inicio de la crisis, situación que también se produjo en Francia (52)
– Este hipotético modelo “sustitutorio” presentaría otras objeciones notables: las donaciones tienden a seguir pautas de fuerte concentración en determinadas –grandes instituciones y territorios –grandes capitales, que a su vez acogen las grandes instituciones. Así pues, de no mediar estrategias de redistribución y otras medidas compensatorias14, vincular la financiación de sistemas culturales a esta fórmula de financiación resulta poco realista. (53)
– En cuanto a las razones u obstáculos de porqué no hay un mayor consumo, la falta de interés en la actividad cultural es el mayor argumento en casi todos los consumos culturales. (56)
En esta línea interesante ver el reciente documento de la Generalitat de Catalunya sobre Participación cultural en Catalunya en el 2013.
– Ha habido en este sentido una ausencia de políticas de estimulación de la demanda ambiciosas y sistemáticas capaces de romper las barreras sociales que impiden el acceso a la cultura. (63)
– El porcentaje de subvención (que en el caso de las artes escénicas podía suponer entre un 50 y un 75% del coste por espectador) ha creado unos hábitos y dinámicas ahora difíciles de revertir y a la vez ha devaluado la cultura. (63)
– La subida del IVA cultural desde una tipo impositivo reducido a un tipo impositivo normal ha sido repetidamente criticado por varias razones: a) En primer lugar, por representar una dificultad económica añadida en un bien en principio que debe ser protegido por las administraciones (tal y como establecen la Constitución y los diferentes Estatutos de Autonomía), la cultura, y que se ve amenazado gravemente después de sortear con relativo éxito una parte de la crisis. b) Por establecer agravios comparativos entre sectores como el sector de las artes escénicas y el cine respecto al sector editorial (el primero, gravado al 21% y el segundo al 4%). c) Por basarse en un criterio de soporte más que de contenido: el IVA reducido se sigue aplicando a todo tipo de publicaciones periódicas, desde motor, caza o pornográficas (con un 4%) y por el contrario tarifica a IVA normal el libro digital al considerarse servicio informático (21%). (68)
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