La Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados ha aprobado recientemente por unanimidad una proposición no de ley en defensa de las librerías.
Es probablemente una de las noticias relacionadas con las librerías que en los últimos tiempos más eco ha tenido en los medios, pero ¿qué supone realmente esta aprobación?
Siento ser aguafiestas, perocreo que en la práctica poco, poco más allá de teóricas buenas intenciones.
Todo ha pàrtido de una iniciativa de Chesús Yuste.Me consta, también, que algunos libreros han intentado también trabajarse, como se debe hacer, a parlamentarios miembros de la Comisión de otros grupos y es interesante que se haya conseguido un consenso en su parobación, pero, lo dicho, mientras no haya presupuesto será todo un tema de palabras. O dicho de otra manera, las proposiciones toman cuerpo cuando aparecen con euros en el BOE.
En cualquier caso, la propia intervención de Chesús Yuste me parece interesante y no sé si los establecimientos libreros la han leído con detenimiento y han pensado en las consecuencias.
Los discursos, entendidos en este caso como preámbulos, son importantes en la medida que reflejan la filosofía de lo propuesto.
En dicha intervención se hacen una serie de afirmaciones que creo muchos establecimientos que venden libros no cumplen y esto es importante. Es decir es necesario que se aclare si lo aprobado se refiere a aquellos espacios que cumplen las siguientes características que el propio Yuste señala en su discurso o vale para cualquiera que venda libros.
Me refiero a las siguientes afirmaciones que cito textualmente.
– Las librerías son más que comercios: son agentes culturales que dinamizan las ciudades y que están fuertemente implicadas en el fomento de los hábitos de lectura.
– Son lugares implicados en la vida cultural de la ciudad, que contribuyen a fortalecer los barrios, ayudan a generar empleo y colaboran con la economía local.
– Las librerías son un vehículo indispensable para divulgar el capital intelectual del país y hacer llegar la creación literaria hasta el lector.
– Recuperar el papel de la librería como espacio de gestión cultural y el papel del librero como prescriptor y mediador cultural.
– Crear un sello de calidad para las librerías que actúen como motor cultural de su entorno,
– Ampliar los planes de fomento de la lectura y poner en marcha campañas de promoción y marketing institucional que incidan en la visita a las librerías,
Ayer mismo Karina Sainz me preguntaba sobre este tema y contestaba:
– “En España hay librerías que están al nivel de las librerías francesas, pero en su conjunto queda una idea general del todo vale. Lo que no he escuchado es cuánto están dispuestas las librerías a invertir para tener un proceso de subida de la calidad”.
– “España en el país con más librerías y el menor porcentaje de lectores. Si se implanta un proceso de calidad supondría una reconversión del sector. Es decir, una depuración. Se trata de parámetros de profesionalización. En Francia, por ejemplo, han conseguido definir mejor la profesión librera. Eso debería también de ocurrir en España”.
Supongo que Chesús Yuste es consciente que si sitúa como características indispensables el papel de agente cultural, la implicación activa en la vida cultural de la comunidad, el librero como prescriptor y mediador hay muchas, muchas de las que se llaman librerías que se quedarán fuera de esta propuesta.
No digo, por ahora, que esto sea bueno o malo. Digo que hay que ser consciente de hacia dónde se dirige el tiro.
Por ahora creo que es importante que esto quede claro: el valor cultural es un plus, pero lo es para los que lo desarrollan como actividad y no lo es para todos los que venden libros.
¿Se está dispuesto a aceptar esto?
Si fuera así, quizás no podamos defender todos los modelos de librerías porque dinero y ayudas no habrá para todas.