¡Error, inmenso error!
La fiabilidad de los datos va disminuyendo en el comparado 2003-2013.
Se suele decir que quien calla otorga así que si sólo se nos da el dato de error para los datos globales, ¿supone que, en la medida que se va segmentando la información, el error es tan grande que ya no hay fiabilidad y consistencia en los datos?
2003: El error resultante para datos globales es:± 3,4 %
2013: El error resultante para datos globales es ± 4,3%
Más elementos que nos hacen atisbar que el error, el inmenso error es cada vez más grande.
2003: El Universo del presente estudio lo constituyen 699 empresas editoriales privadas y agremiadas, que suponen aproximadamente los dos tercios de las empresas editoriales privadas.
2013: Según los datos del ISBN, además de las 809 editoriales representadas en este estudio, hay 882 editoriales privadas.
De los dos tercios de las empresas editoriales privadas que constituyen el universo del estudio en el año 2003 y de las cuales, tal y como vimos ayer, contestaron 388, pasamos a que sólo contesten 322 de 1691 empresas privadas. Que nos lleva a los siguientes porcentajes de participación empresarial.
Vemos, por lo tanto que el porcentaje real de empresas participantes, sobre el total de empresas existentes en cada año baja casi a la mitad y pasa del 36,6% al 19%.
Si alguien pretende buscar en esta evolución cuál es la justificación muestral real de la misma no la encontrará.
Así que admitimos, nosotros sí, el estudio no, que todo o casi todo de lo que escribamos a partir de ahora se moverá en la línea del error o cercano a ella.
Más todavía cuando hablemos de datos parciales, bien por comunidades autónomas, soportes o temáticas. Fíjense la risa que pueden dar con este panorama, las referencias a volúmenes de facturación del libro electrónico y de este por materias.
Nada nos tiene por lo tanto que hacer dudar que las cifras que se manejen en torno al libro electrónico o bien sean erróneas por el mutismo como señala Paula Corroto,la mayoría de las plataformas no ofrece datos sobre su número de usuarios, o bien porque la información base, sobre todo, si proviene de estos datos de Comercio Interior no aguanta los niveles mínimos de fiabilidad estadística.
Escribía un servidor en torno al año 2003, sino antes:
No se prevén los primeros beneficios por libro electrónico antes del 2003 en el continente americano y dos o tres años más tarde en Europa. Los analistas de Pricewaterhouse prevén que en el 2004 los libros electrónicos, apartado en el que se engloban los e-books, los títulos descargados de Internet y la impresión
bajo demanda, supondrán el 26% de las ventas totales. . La consultora Forrester Research (http://www.forrester.com/) afirma, por su parte, que en el 2006 más de un 17% de las ganancias editoriales provendrán de los ebooks. Sostiene dicha consultora que los libros electrónicos conseguirán dar un empujón a un negocio que estaba estancado. Porque, además de venderse, potenciarán y difundirán el interés por la palabra escrita, reforzando así la industria editorial tradicional. Pero, por ahora, realmente, el mercado del libro electrónico no existe y apunta de manera certera a la necesidad de negociaciones entre editores, agentes y autores quienes deben empezar a incorporar la investigación on-line, las comunidades de interés, los planes de promoción en la Red y otras variantes del producto como líneas estratégicas a futuro, de su negocio. (pag. 50).
Visto ahora, casi que algunas afirmaciones nos producen risa. Deberíamos leer algunos de los titulares en torno al digital que hoy circulan con, por lo menos, una cierta sonrisa irónica que da la mirada atrás y el paso del tiempo.
Oye, perdona que me instale en el salón de tu casa, pero el tema tiene tela y como te sé generoso anfitrión, aquí estoy para la próxima cerveza.
El informe de Pricewaterhouse fue la Biblia de Planeta para el fracasado Veintinueve.
El de Forrester lo cogió un grupo de profesionales rebotados de la aventura Anaya Multimedia y, con alguna gente del sector informático se montó otra aventura: Broadebooks. Aquí estuve yo, de segundade Manolo de la Pascua.
Los desarrolladores ni sabían lo que era un ebook por entonces, y en la presentación de Veintinueve el chico de la consultora que Planeta puso al frente del proyecto contó a los asistentes las múltiples ventajas del ebook: traía la foto del autor, se podía «navegar» su biografía, se le podían agregar «contenidos premium»… Sí, Txetxu, ya entonces los «contenidos» empezaron a avanzar sobre el libro.
Había otro factor, que no suele tenerse en cuenta. La por entonces poderosa Microsoft lanzaba su MS Reader y el formato .lit. Chema Arnedo «regaló» dos licencias del DRM y los servidores de distribución. Una a Planeta; otra a nosotros.
Si Microsoft se metía en el baile, decía la imaginación popular, es que había pasta. Pero en cuanto te sentabas a estudiar los planes de negocio basados en los informes de las dos consultoras (el de Veintinueve nunca lo vi, pero puedo imaginarlo) el aroma a delirio te volteaba.
Veintinueve cerró antes que Broadebooks, lo que me hace sospechar que su plan de negocio era aun más ambicioso y la completa decepción más grande y rápida.
El cierre de Veintinueve, anunciado con tanto bombo y platillo como su lanzamiento provocó un suspiro de alivio en todo el sector, un suspiro ensordecedor. Y allí nos dormimos en los laureles de los códigos davinci de turno: amanecía el megabestseller que nos haría avanzar a otra edad de oro.
El resto de la historia la conoces tan bien o mejor que yo.
Y llegó lo que en España fue la segunda ola de los ebooks. En otros mercados ya iban por la tercera, que fue la vencida.
La segunda ola nos cogió en pelotas y con las facturaciones anuales a la baja. Los más arrojados (Ediciones B, Roca) se lanzaron al agua, mientras se construía la gran represa que no permitiría que el arroyo se desmadre: Libranda.
Entre quienes trataban de contener el fenómeno y quienes se abrazaban a él en la esperanza de que suplantaría las ventas que ya nunca más harían las librerías hubo coincidencias y desencuentros. El ebook, en España, nació así, mostrenco, asustadizo y poco afable.
Lo que todos olvidamos (y seguimos sin considerar) es que el ebook es un producto secundario de un fenómeno tecnológico, económico y cultural que está aquí para quedarse: Internet. Y que ya nos estaría bien empezar a ver cómo encaja el libro, en cualquiera de sus reencarnaciones, en esa ola que ninguna represa contiene ni contendrá.
Ya sabes que eres bien acogida. Es más, y cambiando de tercio, me trae recuerdos de charla compartida hace años, 10 o quizás más, en una cafetería de Barcelona.
Por ponernos en tono más tranquilo y un poco apapachado, como diría Manolo Ortuño, quizás a este sector le hacen falta algo más de cervezas, bastante más conversación y menos púlpitos de nuevos falsos profetas con su verdad (¿?) por delante.
¿Te podrás creer que el otro día alguien lanzaba las campanas al vuelo porque una empresa de estas, Seebook en concreto (http://t.co/A9NKTvG46f ), iba a facturar 250.000 euros en el 2015? Cantidad que todas las librerías de bien de este país que den trabajo a 2,3 personas llevan años facturando sin salir en los papeles.
¡En fin!
Gracias por la acogida. Me acuerdo muy bien de aquella charla.
Seebook es una interesante propuesta que, en su versión colombiana, ha dado modestos pero consistentes resultados. Un híbrido que pretende abrazar a la librería de toda la vida en la comercialización del ebook. Yo le veo más perspectivas como un elemento más del marketing en PV del editor que como modelo de distribución, pero ya sabes que soy rarilla. Ahora bien, ¿quién tiene un duro para marketing aparte de las dos grandes?