El II Congreso del Libro electrónico ya ha tocado a su fin.
Darío Pescador, con inteligencia y cariño, ofrece en las conclusiones relatadas un recorrido de parte de lo que ha ido pasando por el Congreso.
Todo Congreso tiene, además, su ‘lado informal’ que en muchas ocasiones suele tener tanta o más riqueza que en lo que en la sala va ocurriendo.
Señalaré en relación a esta faceta dos buenos, muy buenos momentos:
– La cena del jueves en el Trasiego
– La comida poscongreso del viernes.
Las compañías en ambas fueron distintas, pero ambas fueron un auténtico lujo.
Señalaré algunas de las claves y de avances que he notado en los discursos entre el primer y segundo congreso:
1. Se ha hablado muy poco de piratería. En el primer año era, en cambio, el mantra permanente.
2. La presencia de las bibliotecas y los bibliotecarios ha sido clave. En unos casos por su nivel; en otros han dejado bastante que desear moviéndose incluso en terrenos cercanos al oscurantismo y alejados de políticas de trasparencia informacional. También han permitido sacar a la parte industrial del sector de su letargo y hacerles hablar y reflexionar desde otro punto de vista. En esta línea creo que ha habido tres personas claves:
– Carme Fenoll. Hacía tiempo que no veía tanta vitalidad ni capacidad de propuesta en un cuerpo tan menudo. Todo un descubrimiento de reflexión y provocación en algunos de sus planteamientos.
– Fernando Juárez. Gran guía de una caravana que fue capaz de caminar agrupada en su reflexión.
– Flori Corrionero de la Fundación que con brevedad y claridad puso sobre la mesa el trabajo que la Fundación lleva realizando desde hace años en peñaranda y que plantea algunos interrogantes a futuro y propone, también, nuevos modelos de hacer.
3. La evolución conceptual y creo que este es el tema clave a futuro. Al igual que casi no se habló de piratería, tampoco se habló mucho de libro electrónico. A lo largo del Congreso se escuchó más veces el término contenido, hasta que llegó José Antonio Millán con su guinda final y habló de Obra. La razón sencilla y contundente:
No me gusta hablar de contenidos que refleja el punto de vista de las operadoras. Prefiero hablar de obras
Igualmente dejó caer sutilmente la falsedad del tamaño del ‘mercado del español’ al confundir de forma burda y grosera demografía, público potencial y realidad.
4. Vi pocas caras que repitieran de fuera del ámbito aragonés en relación al primer congreso. Si no hay un ‘corpus básico’ de asistencia es complicado que la reflexión avance y, por supuesto, nadie que pueda ser considerado parte del «establishment» del sector. Esto, al final, probablemente resultará una ventaja porque todo se mueve con más frescura.
5. La organización ha sido impecable y el celebrarlo fuera de los circuitos habituales y en una ciudad pequeña es un acierto. Si además todos los ponentes adquirieran el compromiso de permanecer durante todo el Congreso, sólo es día y medio, todavía sería mejor.
6. Creo que es lo más importante como tendencia. El libro electrónico casi no ha nacido y ya está muerto. El libro ha resultado como término, ser un corsé que se mueve mal con lo electrónico. Hace pocas fechas ya señaló Luis Collado que eran dos negocios distintos y, en los pocos días que por allí anduvimos ya se pudo comprobar que papel y electrónico se mueven claramente por caminos distintos. Quizás haya que ser atrevido y convocar el Tercer Congreso de OBRA electrónica.
¿Habrá atrevimiento?
Actualización:
7. Al leer ahora en Comunicación cultural la entrada sobre préstamo en bibliotecas caigo también en que voló por el Congreso un aire más tendente ya al sin DRM y preservativos varios para facilitar el ‘amor lector’.
Dos crónicas periodísticas de medios presentes:
– Peio H. Riaño
– Paula Corroto