La vida de cada persona está llena, plagada de pequeñas y grandes historias.
En mi caso, hoy en un día florido soleado en Bilbao, el sol, la luz y las flores son buenos aliados,
ha terminado una histroia que empezó el 5 de octubre de 1987.
Los sueños de aquel entonces se convirtieron en su momento en realidad y ahora ya, la misma, ha terminado definitivamente.
Cerrar esa historia con buena conversación, un aperitivo sosegado y con solecito ha estado bien.
La terraza del Kokken se ha convertido sin quererlo en testigo mudo del acuerdo y del apretón simbólico de manos convocándonos a un nuevo encuentro, pero ya en otro estado.
Y… ahí lo dejo. Que cada uno lea y entienda lo que quiera que para eso son las historias que van conformando nuestra vida.
Hay días en los que la gente tiene la sensación, de una manera intuitiva pero segura, de haber recibido alguna señal, algún mensaje, algo que va a influir directamente en sus vidas; no se sabe con certeza cuál es esa señal, pero se intuye que el momento ha llegado, se ha materializado y casi se puede oler. (Sandor Márai; ¡Tierra, tierra!; pag. 11)