Hace ya años, ocho por lo menos, que dos tres veces al año nos juntamos.
Comemos, conversamos. Casi siempre en el mismo sitio.
Los años van pasando. Los hijos y las hijas van creciendo y todo va cambiando.
Hoy con sorpresa hemos celebrado próximas abuelidades. Vamos a tener que andar viendo dónde encontramos baberos adecuados para la ocasión.
La tortilla suele jugar un papel importante en la comida que nos sirve como excusa para la conversación.
En contadas ocasiones, algunos amigos colaterales puntuales, desplazados ex profeso para la ocasión han podido disfrutar del ‘ritual’.
Creo que la tortilla es una buena metáfora por el hecho de ser fruto en ocasiones de productos sencillos que quedan realzados todos en su presentación final gracias a la mezcla de los ingredientes, al punto de cada uno, a su nivel de jugosidad y su punto de sal.
Incluso permite a veces que alguno de los elementos pueda faltar provocando también un resultado final que merece la pena, pero distinto. Y aún cuando los elementos sean los mismos en cada ocasión será distinta por el punto, la mano, el tamaño y demás.
Nos empezamos ya hace años a juntar entre 5 y 7 personas de diversas procedencias y lugares, con historias distintas, compartiendo durante algún tiempo proyectos empresariales y buscando ‘momentos rituales’ de celebración.
Nos seguimos, que es lo más importante, juntando, queriendo, apreciando y conversando.
Y, ojalá, en eso sigamos.
Hoy hemos vuelto a disfrutar de la tortilla, la conversación, la comida y la felicidad de los futuros abuelos.
¡Va por ellos!
¡Qué mayores nos vamos haciendo!
Ya notaba ayer que nos íbamos haciendo mayores. Hoy lo he confirmado, pero… a gusto.