Probablemente los que disfrutamos de la comida, sus sabores, sus texturas, sus composiciones, sus matices, su ritmo, la conversación que genera… seamos más amigos de la variedad del papel en el libro que del aburrido digital. Cualquier otra posición tendría un punto de disociación que quizás necesitaría tratamiento.

Si queréis probar ‘comida (libro) de bolsillo’ con la calidad de un clásico el Kokken en Bilbao es para mí y a fecha de hoy una apuesta segura.
Lo que coma Don Manuel que es para algunos bilbainos como el suplemento cultural indispensable en temas de papeo ya hablaba de él hace un año.
Mikel Alonso, que uno no sabe si es mejor fotógrafo, gastrónomo o amigo, ya me había hablado de él. Y adelanto que comparto con él la sugerencia de que ‘un poquito de verde en la propuesta’ no estaría mal.
Algunos domingos había aterrizado al mediodía por allí y había disfrutado de sus desayunos y de alguna ración.
Pero esta semana, ¡he pecado dos veces! y con personas distintas. ¡Me he leído dos cláscos en una semana!
El martes con una amente del picoteo sorpresa y hoy al mediodía con el amante lector y comprador de Alejandra Díaz Ortiz. Más clásico, en apariencia, en sus gustos culinarios. Pero… todos escondemos si nos dan la ocasión un sibarita dentro.
En ambos embites los insultantemente jóvenes del Kokken han salido ganadores y un servidor agradecido de la comida y, por supuesto, de la compañía.
La fórmula es sencilla.
Menú de 5, 7 o 9 platos a precio más que ajustado, pero…. ¡menú sorpresa! con la pregunta por delante sobre si hay algún tipo de intolerancia ¡bien!, o algo que pueda no gustar.
Más todavía… Si probando algo no gusta… opción de cambio.
El día que den la posibilidad inversa, es decir, si gustando mucho… hay posibilidad de repetición se convertirán en celestiales.
Todo ello aderezado con sencillez, cercanía y profesionalidad en el trato. Buen rollo siempre. Explicación de cada plato… y el salto mortal de ir preguntando si ha gustado o no y la capacidad de aceptar con cintura y buen rollo, eso siempre es más difícil, comentarios y sugerencias.
Hemos comido además dentro y fuera.
Si hace buen tiempo recomiendo el exterior.
Y, en cuestión de vinos, déjense también aconsejar. El verdejo del martes y el crianza de hoy han sido dos vinos ricos y a precios ajustados para lo que se cuece por ahí.
Una nota final comparativa.
Hoy a la mañana leía la entrevista a Lola Larumbe en El Mundo.
Dice:
Cuando Lagunero optó por vender la librería, tres de los jóvenes que empezamos a trabajar aquí nos hicimos cargo. Nos movía una mitad de pasión y otra de inconsciencia, pero quisimos cumplir nuestro deseo de ser libreros».
Creo que en el Kokken hay también unos jóvenes a los que les mueve la pasión de ser cocineros y de prestar un excelente servicio.
Lo que quizás cambia y sería sugerente darle una vuelta es si en una librería aceptaría también como menú ‘la apuesta sorpresa’ que el librero me presentara para ‘comer intelectualmente’.
Quizás, parte del problema, es que puede haber mucho librero que no se atreva.
Pero, sin más, lo dejo ahí. Ya sabéis que a veces me gusta cruzar churras con merinas. Sobre todo cuando tanto los libros como la comida son o pueden ser espacios para la conversación y el disfrute.
Os dejo de regalo una pequeña galería de algunos de los platos de estos dos días. No están todos, pero, para muestra ¡un botón!
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¡Ah! y el viernes vuelvo y ahí sí cruzaremos conversación, libros y comida.
El resto de la semana entrante andaré por Barcelona. Acepto con gusto propuestas culinarias y propuestas libreras que algo de tiempo sacaremos para cultivar la mens y el corpore.
Importante… Conviene reservar.