Las librerías y su visión, también, como red compartida. Conviene no echar balones fuera

El reciente cierre de la librería Sintagma en el Ejido, por un lado, y unas declaraciones de Cristina Sanmamed de la Puerta de Tannhauser por otro me llevan a una reflexión que, creo, debería ser una clara línea de acción para las librerías.

Vaya por delante que probablemente tengan un punto importante de certeza las palabras de Eva Cosculluela cuando dice que cada vez que cierra una librería el mundo es peor, pero quizás también deban preguntarse las propias librerías, si una actuación más en red y enredada entre ellas lo hubiera impedido.

Las librerías, por lo menos, algunas de ellas y todas, al mismo tiempo, en su conjunto tienen ya desde hace unos años una herramienta que creo sigue sin explotarse en todas sus posibilidades. Me refiero a Todostuslibros.com que permite, en gran medida, y si no es así craso error, que cualquier librería participante en el sistema disponga del fondo de todas las librerías que participan en el mismo. Ello las convierte a todas en la mejor red por cercanía y por el volumen de fondo que pone a disposición de los usuarios.

Pienso en el cierre de Sintagma y no sé si ha explotado esta herramienta a tope. Si así hubiera sido, lo que la realidad nos diría es que en El Ejido parece no haber masa crítica suficiente para una librería como clara apuesta cultural.

Pienso también en la Puerta de Tannhauser que con el motivo de lanzamiento de su web habla de ‘almacenes compartidos’ . No sé si se refiere a los distribuidores o a la posibilidad de pensar que todas las librerías de Todostuslibros son también mi almacén. ¡Ojalá fuera así!

Porque la consecuencia de esa lectura podría suponer por un lado una importante racionalización de las existencias y, por otro, el inicio o continuación del trabajo en red en donde, si se quiere, las librerías pueden ser imbatibles.

Lo que está demostrado ya hace tiempo que no es bueno es lanzar balones fuera como, por ejemplo, hace la última campaña de la red de Bibliotecas de Euskadi que quiere limpiarse las manos de su posible responsabilidad y trasladársela al lector. O, si lo prefieren, aunque sea más sutil: sólo el préstamo digital deja al lector sin excusas. Es como ponerse la venda antes de la herida o, indirectamente, reconocer ya el fracaso del sistema.

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Así nos dice que ‘Ya no hay excusas para no leer’, como si ellos, fueran los únicos medidadores o hubieran hecho todo lo que ya está de su parte y, si ya no se lee es renponsabilidad del ciudadano.

Si los datos los carga el diablo, los mensajes de campaña más.

Así que, un consejo para las librería: no echar balones fuera sino analizar y exprimir las posibilidades internas que las hay.

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