Escribían ayer en el perfil de facebook de Ático de los libros:
La humilde pizarra de la llibreria Nollegiu, situada en una calle prácticamente peatonal del apacible barrio de #Poblenou, ha sido denunciada por obstaculizar la vía pública. Hemos estado en la librería, varias veces, y os aseguramos que la pizarra no impide el paso ni de cochecitos de bebés, ni de sillas de ruedas, ni de carritos de la compra.
En la pizarra, cada día, los libreros escriben fragmentos de novelas, ensayos y poesía: es decir, difunden cultura y contribuyen a que los paseantes conozcan los libros de los que proceden. En este mundo loco, ¿se puede ser más #kafkiano que prohibir un poco de literatura cotidiana?
Servidor que por allí se ha paseado da fe de que es así.
Hoy desde su propia web nos hacen llegar una reflexión serena, precisa y sin acritud que podéis leer aquí.
Resaltamos un punto que nos atrevemos a traducir:
Aprovechamos este aluvión de apoyos para recordaros que las librerías son centros culturales de primer nivel que sobreviven gracias a la venta de libros. Id a vuestra librería de cabecera, la que tengáis al lado de casa y donde la librera o el librero os traten como lo que sois: lectoras y lectores ávidos de descubrimiento.
Desde aquí, este modesto espacio de reflexión, os seguimos invitando a apoyar a nuestras librerías (#ApoyemosANuestrasLibrerías).
Algunos otros ecos de lo sucedido: