Seguimos rondando en torno al Sello de calidad y,o, a la calidad en las librerías.
Manuel Bragado planteó ayer un interrogante que no es baladí sobre todo en el ámbito político y competencial:
Yo creo que Euskadi y Catalunya también. En cualquier caso, juristas tienen las distintas administraciones para analizar y argumentar. Es cierto, también, que en otros sectores (turismo puede ser un ejemplo), se ha llegado a planteamientos con un grado de coordinación más que razonable. Desde aquí sólo un ruego: que nadie confunda el fin con los medios.
Me interesa en cualquier caso más lo que plantea desde un punto de vista lateral Roberto Gómez de la Iglesia. Quizás poco conocido en el ambiente libresco, pero no deberían de dejar de dar un vistazo sobre sus reflexiones y proyectos en otros ámbitos de la cultura.
En unas recientes declaraciones dice cosas tan sensatas como las siguientes:
- Lo importante en el ámbito cultural, como en cualquier otro ámbito, es ser innovador en los modelos organizativos, eso es lo sostenible en el tiempo. Si eres innovador en los modelos será más fácil que seas innovador en todo lo demás.
- Nos complicamos creyendo que innovar tiene que ver con tecnologías y con cuestiones complejas cuando normalmente la innovación está en volver a hacerse las preguntas básicas. Innovar está en saber hacer esa pregunta que me resitúa en el por qué y el para qué de lo que yo hago.
Así que la pregunta es sencilla: ¿puede haber calidad en las librerías sin innovación? ¿se tiene en cuenta ésta en los indicadores del sello de calidad?
Quizás la respuesta no lo sea tanto.