Me regalaron estas navidades pasadas el libro de Jean-Christophe Rufin El Camino inmortal de Duomo Ediciones.
No sé si el regalo llevaba segundas. Casi parecía una invitación para que me volviera a animar a hacerlo.
He aprovechado la última ida y vuelta a Madrid para leerlo y he disfrutado ya que sigue siendo una experiencia ya pasada que me ha dejado un muy buen sabor de boca.
Aquí os dejo un texto del mismo:
En la era de la televisión y de internet, el pregrino continúa encarnando la circulación de ideas y de los seres humanos. A contracorriente de lo virtual y de lo instantáneo que representan los medios de comunicación y que provocan desconfianza e incluso incredulidad, el movimiento del peregrino es indiscutible. Es atestiguado por el barro que se pega a sus botas y por el sudor que empapa su camisa. Se puede fiar uno de él. Cuando se trata de consignar parte de la propia alma, de encomendarse a las potencias invisibles que gobiernan el mundo y nuestro propio destino, el peregrino sigue siendo el único de quien uno se puede fiar. (pag. 177)