Cuando los discursos en torno a lo digital o a internet van acompañados de frases de cierto tinte unívoco y totalitario con cierto aire salvífico y/o de solución única modo religión monoteísta me suela agarrar la cartera y pensar que detrás de las mismas hay oscuros intereses.
Un reciente estudio sobre la brecha digital en la ciudad de Barcelona vuelve a poner de manifiesto que nada iguala ni permite salvar la brecha la desigualdad económica. Lo digital tampoco. Es probable, incluso, que se convierta en ocasiones de un acelerador de la brecha existente como varias veces ha señalado Zygmunt Bauman.
Existen ya movimientos de voluntarios que trabajan para intentar superar o paliar esa brecha digital.
No parece que hasta la fecha el solucionismo tecnológico haya sido capaz de encontrar soluciones a las propias brechas que él genera.
Quizás, lo que de verdad se esté moviendo, se encuentre lejos de los discursos dominantes y dominadores. Esté todavía en los espacios menos iluminados y lejos de los focos. Sean todavía, como señala Antonio Rodríguez de las Heras, inciertos y, por lo tanto, sin final predecible.
Los grandes cambios son difusos y confusos y, por tanto, cargados de incertidumbre. No están hechos de fracturas ni ruidos, llegan como la niebla, penetran por todos los resquicios de lo establecido y lo reblandecen.
Claro que este aire de incertidumbre convive mal con los planteamientos dogmáticos y de solución única.
Es posible que estos tonos difusos y confusos intenten mantenerse escondidos para intentar salvar, como dice Mery Cuesta en La rue del percebe de la cultura, las
reglas que vienen dictadas por los intereses del capitalismo avanzado. Por eso, internet, antes que cualquier otra cosa, es un territorio privilegiado para acechar (y posteriormente rentabilizar) el comportamiento del individuo.
Este es el terreno de juego y conviene saberlo.
Las ‘claridades celestiales’ y los ‘mensajes salvadores’ se adaptan mal a la niebla, la duda y lo difuso que, al fin y al cabo, son los grises de la vida que en sus tonalidades se lleva mal con el monocolor.
Cuidado pues con los placebos que nada curan y todo esconden.