… que ningún algoritmo será capaz de predecir.
Una llamada, un mensaje, una noticia, una conversación cambia en ocasiones nuestra cotidianidad y programación.
Hay quienes quieren que la lectura nos sea sugerida por algoritmos matando quizás con ello posibles momentos posteriores de la duda y elección acertada o equivocada de lecturas que si son buenas son trozos de vida que pueden también cambiar las nuestras.
En cualquier caso, como siempre, la realidad es más poderosa que la ficción y en la realidad los algoritmos no son capaces de adivinar lo que puede llegar a ocurrirnos a nosotros o personas cercanas en el momento siguiente, ni como ese hecho puede cambiar al menos por un tiempo el rumbo de nuestra vida, nuestras decisiones en el corto plazo e, incluso, nuestras rutinas aparentemente tan asentadas.
A veces esos cambios, esas alertas nos pillan cerca o lejos, solos o en compañía, con posibilidades, o no, de tener un hombro donde descansar la cabeza y dejarse mecer, con quien conversar o con quien compartir silencio.
¡Nunca se sabe, ni el algoritmo lo predice!
Siempre, en cualquier caso, creo que mejor poder pasarlo con alguien con quien poder compartir en silencio o en conversación siempre cómplice unas humildes croquetas.
Gracias R. por la compañía y el cariño ante lo inesperado. Gracias M. y P. por aguantar el primer tirón. Os quiero.