El leer o no leer parece claro que sigue teniendo en su hábito una clara incidencia económica y social.
Cuando los grandes números, los empezamos a contextualizar, el dato se convierte en información y va tomando algo más de claridad.
Casi, podríamos atrevernos a lanzar como hipótesis la de que uno de los peores modelos para mejorar los hábitos lectores son las políticas económicas y sociales que precarizan a la población.
El cruce que en el avance de resultados nos ofrece el CIS relacionado con la condición económica me parece que señala con cierta claridad esta tendencia que, probablemente se acentuará más si la cruzamos con niveles educativos.
Estas dos tablas son claras y demuestran que a veces las medias son muy relativas y la explicación con más fundamento la encontramos en el cruce de variables.
Recojo al final, casi como nota, las correspondencias de las letras (A,B,C…) con la clasificación con la que se corresponden.
Si esto fuera así que parece serlo, surgen de nuevo algunos interrogantes sobre los que el sector tiende (tendemos) a no plantearnos o, si lo hacemos, a esconder la cabeza en modo avestruz.
Si quienes leen son mayoritariamente las clases medias nuevas (probablemente por componente educativos como ya señaló Javier Urgel Parreño) y las clases altas, por qué mantener políticas de ayudas y de subvenciones para las ‘élites’; por qué seguir manteniendo un IVA distinto que favorece a quien favorece.
Si la cultura debe mantener una vertiente crítica por creativa y distorsionante con la realidad quizás deberíamos empezar a reconocer que nos situamos más cerca de la burguesía gauche-divine bien pensante, que de las capas populares.
Sólo por provocar y por contextualizar un poco y por ir un poquito más allá de los titulares modo monos de repetición que la prensa tiende a ofrecernos.
Parece, en cualquier caso, que la mejor política de fomento de la lectura pasa por la mejora de las condiciones sociales. Ahí es donde de verdad creo que trabajaremos en la raíz del asunto. Lo demás, sigo pensando que es postureo o se mueve por otro tipo de intereses.
Todo lo demás, puede que no esté de menos, pero es una forma más de marear la perdiz y de sentirnos satisfechos de nuestro hacer.
Nota
Clasificación:
A.Empresarios/as con asalariados/as, altos/as funcionarios/as, altos/as ejecutivos/as y profesionales por cuenta propia
B.Profesionales y técnicos/as por cuenta ajena, y cuadros medios
C.Comerciantes y pequeños/as empresarios/as (sin asalariados/as, no agrarios/as)
D.Agricultores/as (empresarios/as sin asalariados/as y miembros de cooperativas)
E.Personal administrativo, comercial y de servicios
F.Capataces/zas y obreros/as cualificados/as (no agrarios/as)
G.Obreros/as no cualificados/as (agrarios/as y no agrarios/as)
H.Jubilados/as y pensionistas
I.Parados/as (que han trabajado antes y en busca de su primer empleo)
J.Estudiantes
K.Trabajo doméstico no remunerado
L.Situaciones no clasificables
La verdad es que los datos, sin necesidad de exprimirlos demasiado, son muy interesantes, más allá de lo poco que han destacado la mayoría de medios. Y no sólo para provocar.
Por ejemplo, ciñéndonos a las librerías, según los datos, está claro que, quienes vamos, vamos a una librería que está próxima, a un máximo de veinte minutos y, además, vamos caminando y sin compañía, características que no suceden en otras formas de ocio. ¿Se corresponde esta descripción con la realidad? Esa es la cuestión…
Todo esto en realidad hay que cogerlo con pinzas, es muy relativo. ¿El bibliófilo nace o se hace? Eterna pregunta sin respuesta, como sucede con todas las filias y fobias.
aescribirseaprendeescribiendo.simplesite.com
De uno a uno quizás, pero colectivamente, en su conjunto, creo que los números cantan.
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Quisiera opinar desde mi contexto laboral y de país. Soy promotor de lectura en 5 escuelas públicas de la zona rural de (Diriamba) Nicaragua, mi trabajo es bajo el patrocinio de una fundación sin fines de lucro. Promovemos la lectura por placer, nuestros usuarios prestan libros para llevar a casa de manera gratuita por un lapso de 15 – 30 días con la obligación de devolverlos.
En Nicaragua el salario de la gran mayoría de obreros ronda entre los US$100 – US$150 mensuales. En la zona rural NO HAY SALARIOS, pues su trabajo/economía es de subsistencia.
Un libro infantil/juvenil/novela de buena calidad puede costar alrededor de US$10 y hasta US$20/25 si se trata de un «bestseller» (Ej.: Harry Potter, La Sombra del Viento). Para tener la opción de escoger/comprar el libro que te plazca es necesario viajar a la Ciudad Capital, solamente ahí hay librerías con cientos de libros para escoger.
En base a esta realidad, para quién es una prioridad comprar libros? Quién puede hacerlo?
He visto y experimentado que cuándo los chicos tienen la oportunidad/opción de llevar libros a casa de manera gratuita (deben devolverlos) la gran mayoría lo hace. Después de 6 aNos haciendo lo que hago he observado como muchos de ellos se vuelven «lectores empedernidos».
Soy partidario de la igualdad de oportunidades lectoras. Saludos.