No soy un amante a fecha actual de la fiesta masiva,
el mogollón y el kalimotxo y parecidos con cuyos restos me encuentro estos días en torno a las 8 de la mañana cuando salgo a pasear y que los operarios de limpieza municipales intentan hacer desaparecer de manera eficaz y con grandes dosis de paciencia.
No he sido tampoco un habitual en los últimos años de la semana festiva, pero la vida conviene tomarla como viene y ponerle siempre que se pueda la mejor cara encontrando pequeños momentos de disfrute.
Así que he convivido con la fiesta, he paseado por ella y he disfrutado de momentos y de buena compañía.
Os dejo algunos de ellos.
- Volver a ver al gargantúa aunque con rasgos y diseños más suavizados, como si el aldeano hubiera ido perdiendo algo de su voracidad con las nuevas estéticas. Los niños siguen queriendo ser tragados..
- Los gigantes y cabezudos que despiertan la mañana a una hora en la que las calles aparecen ya limpias y los niños felices y asombrados junto a sus padres.
- La comida con los amigos con larga sobremesa y conversación.
- Una visita al Museo de Bellas Artes de Bilbao para, por un lado, disfrutar de la muestra sobre escultura hiperrealista y guarecernos del calor.
- La música sosegada a ritmo de armónica en La Ribera.
- El picoteo tranquilo que también es posible. Dos recomendaciones probadas estos días, aunque una de ellas ha sido ya repetición: Las croquetas de la cafetería Lago y la tortilla express del Baster, ambos en la calle Correo.
- Escuchar y mover el cuerpo con el rítmico y pegadizo sonido de la alboka.
Y, en las fiestas, rozando el día grande se ha colado la triste noticia del fallecimiento de Javier Cámara, tío de Javi Cámara y hermano de Santi y Ángel ya fallecidos. Desde aquí dejando de lado el jolgorio, un abrazo fuerte para todos.