Dejemos respirar a los libros. Todos respiraremos mejor

Han vuelto a aparecer datos y noticias sobre el aumento de número de títulos en el sector del libro español.

Es curioso en general cómo aparecen. Dan siempre la sensación de irrelevantes. Como si el dato, la cantidad, o bien tuviera toda la información necesaria para hacer una interpretación o como si, por su irrelevancia, fuera lo mismo mil que cienmil.

Titulares que tienden a la ‘asepsia’ informativa:

La publicación de libros en España crece un 11%

Los libros didácticos o juveniles son los más editados en España

Da lo mismo que suba o que baje. La única palabra que parece variar en el titular es crecer o descender.

Menos información incluso que cuando toca la vendimia. Si hasta en la del txakolí se habla a veces de calidad , incluyendo con ello algún criterio cualitativo. No estaría mal que con el libro ocurriera algo parecido.

Si cruzamos número de títulos y producción de cada uno, empezamos a entrar en las miserias.

Hay quien dice: “Se edita lo que se necesita. Y es una de las riquezas del mercado”. Luego uno va a mirar bien los porcentajes de devolución o el número de compras de algunos digitales y no acaba de entender la afirmación anterior. A no ser que la riqueza del mercado sea medida por el aumento del peso de la logística inversa o por el número de títulos digitales en este caso que no superen la decena no de lectores, sino de compradores.

Hay también quien al contrario, y es donde quería llegar, pide que se ‘deje respirar a los libros’. Se lo escuché a un librero en fechas recientes con motivo de la presentación de un libro y me pareció una de las frases más acordes con una lectura de los nuevos tiempos y de las nuevas políticas que deberían haber empezado a tomar cuerpo: del mucho al poco y del todo vale a la puesta en valor de lo realmente relevante. Utilizando términos se Sherry Turkle: pasar de la maximización a la satisfización. (212-213)

Quizás también, si dejásemos respirar al libro, sus actores tendrían tiempo ellos para parar, respirar y reflexionar en la línea, por ejemplo, de lo que señala Miguel Aguilar:

El desafío del libro será no perder su papel protagónico en la conversación social, que la gente siga recibiendo ideas e historias, nutriendo su imaginación y conocimiento, a través de los libros, sean en el soporte que fueren, en un mundo en el que cada vez hay más pantallas y competidores audiovisuales. Ese es el desafío del libro y de la lectura y creo que es posible conseguirlo.

Quizás, también, si se produce tanto es porque no queremos dejar espacio para la conversación social ni para la propia conversación que el sector necesita.

Si quitamos la hojarasca, los bits sobrantes, los malos libros habrá quizás más espacio y más aire para lo que realmente merece la pena.

los_malos_libros

 

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