Todavía hay, así parece, espacio para las libreras románticas.
El miércoles pasado, aprovechando que andaba por Madrid, me acerqué a visitar la nueva librería & jardín La Semillera.
Allí andaban María y su compañera atareadas con los libros que estaban llegando y a los que con calma iban dando acomodo.
Un espacio limpio y con estanterías blancas con un pequeño jardín al fondo…
Charlamos un rato. Nos enteramos que detrás de este proyecto han puesto sus esfuerzos dos editoriales ya lo dijo casimirio parker y harpo libros.
Casualidades de la vida que hace poco más de un año Myriam me enviara el libro Al margen de los días de Diego Vasallo editado precisamente por harpo.
Encontramos por allí alguna joyita y nos encantó ver que las flores enviadas por amigas y amigos llenaban de colorido la librería.
Cuando nos íbamos le pregunté a María. ¿Cómo así una librería?
La respuesta fue breve y clara: PURO ROMANTICISMO.
Me atrevo a acercarles una reflexión que escribió ya hace unos años otra librera, Lola Larumbe:
Lo ideal y lo práctico. Cómo no pasarse de ideal, cómo no pasarse de práctico: esta es la causa del mal vivir de los libreros, el motivo de sus malas noches y del aire taciturno y gris de algunos a fin de mes. La pugna continua entre el espíritu romántico y la necesidad de vender para poder mantenerse en la ilusión de que vive en el mejor de los mundos posibles; un mundo cuyos límites son la cultura y el saber, un mundo que compartes con gentes que aman y respetan las mismas cosas. Sin embargo, para mantener este sueño, y no hay otra manera (para la librera, en este caso, independiente), hay que ponerse el mandil y salir a despachar: hay que vender. Y lo que para algunos podría considerarse un menoscabo de ese espíritu idealista o un desdoro o una mácula en un alma pura, la venta y no cualquier venta, la venta de un libro, es la expresión de un don raro, inusual, la manifestación de un arte que sólo los virtuosos están llamados a realizar, un puñado de escogidos, un puñado de santos: porque vender un libro, además de ser un arte, es un milagro. (Lola Larumbe en Varios; Pasión de papel; 153-155)
Bienvenida sea pues y ¡larga vida!