Sugerente el informe que presenta el Observatorio social de La Caixa y al que podéis acceder aquí.
Tras mi particular lectura, os dejo 8 citas-notas y dos gráficos.
- Según los estudios económicos, la educación es la variable más influyente
en la participación cultural (véase, por ejemplo, Seaman, 2005).
Por un lado, un mayor nivel educativo está asociado a un mayor interés
y gusto por la cultura, lo que incentiva de manera directa la participación
cultural. Por otro lado, a mayor nivel educativo, mayor renta y a
mayor renta, más consumo cultural (Prieto Rodríguez et al., 2005). Así,
el nivel educativo tiene una influencia indirecta sobre el consumo cultural
a través del incremento de renta. - La dimensión coparticipativa de la cultura y del ocio es importante para la felicidad.
- Si lo que se pretende es atacar el problema que supone la falta de interés,
la política cultural debería integrarse en la política educativa para
mejorar el gusto por las artes. - En 2014, el 5,6% de las empresas de servicios del país se dedicaron a actividades culturales, generando el 3,73% de la actividad económica total. En 2015, el 2,5% de los empleos en España correspondían al sector
cultural, casi medio punto por debajo de la media europea (UE-28: 2,9%) - En 2015, las administraciones públicas destinaron el 0,4% del PIB y el 1% del gasto público a la financiación de servicios culturales; 0,2 y 0,5 puntos
menos, respectivamente, que en 2005. - En 2015, el 14,2% de la población española realizó prácticas artísticas amateur con frecuencia al menos semanal, frente al 29,7% de Alemania, el 27,5% de Suecia o el 21,7% del Reino Unido.
- En 2014, el 49,2% de los españoles consideraban que la presencia de inmigrantes enriquecía la vida cultural del país, muy por encima
de la opinión de los británicos (33,4%), franceses (37,6%) y portugueses (38,1%). - A veces, sin embargo, la función de la cultura es hacernos sentir incómodos, que nos preocupemos o sintamos que nuestras ideas sobre el mundo han cambiado o se han cuestionado de algún modo. Los valores extrínsecos son más fáciles de medir, por lo que los economistas tienden
a centrarse en ellos. En cambio, es muy difícil encontrar una manera de agrupar los valores intrínsecos para expresarlos como un sentimiento general, ya que son diferentes para cada persona.