En el mes de septiembre y a cuenta del lema publicitario de una compañía relacionada con el mundo del audiolibro escribí una entrada que llevaba por título ¿escuchar también es leer?
No voy a entrar en qué es mejor, ni peor, sino en lo torticero que ha sido ese mensaje de «Escuchar es leer».
Hoy el suplemento Territorios de El Correo realiza un amplio reportaje sobre el fenómeno del audiolibro, separando, creo que con buen criterio, el análisis donde se reflejan los intereses de la industria de la reflexión que aporta la psicolingüista Naroa Martínez Pereña y que lleva como título lo contrario: Escuchar no es leer.
Resaltaré algunas de las reflexiones que me resultan más sugerentes.
. En el audiolibro, no puedes inferir que haya una lectura y un lector. Hay un oyente. Habrá que inventar otro nombre.
. Para leer necesitas una información escrita y un reconocimiento visual de la palabra, y en el audiolibro no los hay.
. En input en la lectura es visual, en el caso del audiolibro es auditivo.
. Lo más preocupante es que este formato camufle un importante debate que está sobre la mesa: el déficit del hábito de lectura y el rendimiento lector en el que el libro sono puede ser un complemento fantástico, pero que nadie deje leer, sobre todo los niños porque tienen que entrenarse en decodificación.
. No creo que haya una voz neutra. La voz siempre tiene connotaciones personales.
. Me alegra que los audiolibros acerquen la literatura a la gente. Pero seguiremos teniendo el problema de la lectura.
Añadiré un tema más que Naroa deja señalado cuando se lee en el artículo que «el audiolibro se publicita idóneo para la multitarea», como un reflejo de la escasez de tiempo, mensaje que alguna de las compañías ha utilizado en el momento de su lanzamiento y, también, en tiempos navideños.
Dejaré dos citas de un libro que recomiendo, Esclavos del tiempo de Judy Wacjman editado por Paidós, que creo ayudan a contextualizar y reflexionar también sobre la importancia de los mensajes y de quiénes están detrás de las propuestas.
Valentín Pérez Venzalá escribe hoy en facebook: Ahora que el libro electrónico parece estabilizado (sí, igual que un enfermo) me da que los audiolibros toman el relevo para retomar de nuevo con las polémicas estériles de si son libros, de si son mejor, de si son peor, de si acabará con la lectura, bla y bla y bla… y paralelamente nos bombardearán con la idea de que escuchemos audiolibros aunque estos hayan existido toda la vida y nunca hayamos tenido esa necesidad. Dentro de unos años, cuando el audiolibro también se haya estabilizado ¿qué tomará el relevo para volver a empezar? Creo que no es el qué lo importante, sino el quién que, probablemente intente ser el mismo. Escribe Wacjman: quienes marcan la agenda a la hora de hablar del futuro de la tecnología son en gran medida los promotores de nuevos productos tecnológicos. (p. 33).
La promoción del audiolibro unida, en algunos casos, a la falta de tiempo y a la premura, cuando realmente el tiempo laboral es menor y existe más tiempo libre, quizás tenga un cierto carácter clasista. Escribe también Wacjman: Hoy, una existencia ajetreada y frenética en la que tanto el trabajo como el ocio están abarrotados de múltiples actividades denota un elevado estatus. (p. 95)
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Se suele pensar que leer es sólo leer libros, Estoy de acuerdo escuchar no es leer, es lo que su nombre indica, atender a lo que se oye, Como mirar no es ver, es atender a lo que se ve.´´
Pero leer es también leer anuncios de los carteles de las farolas, prospectos de medicamentos, leer documentos oficiales o de trabajo, y por supuesto leer en pantallas del PC, ficheros .pdf piratas, leer Facebook o mensajes de WhatsApp etc, y yo estoy por asegurar que hoy la gente, lee mas que a leído nunca, pero….. no compra tantos libro, como antes, porque estamos en un mundo donde todos compiten por nuestra atención y eso supone dedicar menos tiempo a los libros, que a la postre, es lo que preocupa a los autores, editores y libreros.
Estamos ante públicos diferentes. El del audio libro puede ser muy rico para algunos públicos, más que para otros. Conozco gente ciega que no sabe braile, y pueblos indígenas cuyas lenguas que, si difícilmente se escriben, mucho menos se leen. La cosa está en sacar lo mejor de cada soporte que hace al libro, libro.
Pero no conviene confundir una cosa con otra, ni decir que son lo mismo…
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