Reflexiones a modo de píldoras ante el XXIII Congreso de Libreros en Sevilla.
Lo ideal y lo práctico. Cómo no pasarse de ideal, cómo no pasarse de práctico: esta es la causa del mal vivir de los libreros, el motivo de sus malas noches y del aire taciturno y gris de algunos a fin de mes. La pugna continua entre el espíritu romántico y la necesidad de vender para poder mantenerse en la ilusión de que vive en el mejor de los mundos posibles; un mundo cuyos límites son la cultura y el saber, un mundo que compartes con gentes que aman y respetan las mismas cosas. Sin embargo, para mantener este sueño, y no hay otra manera (para la librera, en este caso, independiente), hay que ponerse el mandil y salir a despachar: hay que vender. Y lo que para algunos podría considerarse un menoscabo de ese espíritu idealista o un desdoro o una mácula en un alma pura, la venta y no cualquier venta, la venta de un libro, es la expresión de un don raro, inusual, la manifestación de un arte que sólo los virtuosos están llamados a realizar, un puñado de escogidos, un puñado de santos: porque vender un libro, además de ser un arte, es un milagro.(Lola Larumbe; en AA.VV.; Pasión de papel. Cuentos sobre el mundo del libro; Páginas de espuma 2007; 155)