Reflexiones a modo de píldoras ante el XXIII Congreso de Libreros en Sevilla.
Hace algún tiempo que intento librarme de los prejuicios, comprobando si realmente es verdad que la peor forma de vender libros es hacerlo a través de las librerías. Como usted sabe, soy todavía joven y un poco impetuoso, y me gusta experimentar por mí mismo todo lo que pueda resultarme útil para mi trabajo. En resumen, he ido a las librerías para ver cómo se vendían los libros, quién los compraba, quién los pagaba y quién (para desgracia mía) los compraba a crédito o (peor todavía) sólo los hojeaba. He tratado de ponerme en el lugar de los libreros, pero siempre sin olvidar que soy un editor. Y le diré que he hecho descubrimientos muy interesantes: el primero de todos es que las críticas que se hacen a estos instrumentos que son las librerías son a menudo superficiales, injustas, infundadas e incluso (involuntariamente) difamatorias. (Carlo Feltrinelli; Senior Service; Tusquets; pag. 248)